José Apezarena

El crimen más 'nazi' de ETA

Niños con pancartas en el acto proetarra en Castelfranco Emilia.
Niños con pancartas en un acto proetarra

El 27 de enero se cumplió un aniversario más de lo que ha llegado a denominarse el crimen más ‘nazi’ de ETA, perpetrado en la localidad navarra de Echarri Aranaz.

Esa fecha me trajo a la memoria algo que hasta ahora no había contado y que me dejó impresionado. Da idea sobre los años negros que se han vivido en el País Vasco y Navarra por el azote del terrorismo de ETA. Esa realidad que ahora no se quiere recordar y en unos tiempos en que los herederos de los pistoleros, socios del Gobierno, deciden lo que puede o no puede pasar en España.

Era entonces director de Informativos de la Cadena COPE, y un día recibí la llamada telefónica de una oyente. Hablaba desde Echarri Aranaz (Navarra), en voz baja, para trasladarnos su apoyo al trabajo que realizábamos, porque -dijo- se sentía bien informada y hasta acompañada, aunque fuera desde lejos.

Y, como de paso, contó que oía nuestra emisora con el volumen al mínimo, para que los vecinos del pueblo no supieran que escuchaba la COPE, algo que podía convertirse en un peligro para ella. No solamente en cuanto a aceptación o rechazo, sino incluso riesgo físico. Eran los tiempos en que ETA y sus cómplices sembraban el terror. Oír la COPE era peligroso.

Echarri Aranaz es una localidad protagonista de uno de los más lamentables episodios vinculados al terror etarra y a la complicidad de la población con los asesinos. Se cuenta con detalle en un artículo periodístico que firmó Ángeles Escrivá, del que extraigo algunos detalles.

El 27 de enero de 1979, Salvador Ulayar, de 13 años, vio a la puerta de su casa cómo un hombre, con la cabeza cubierta por una media, disparaba a su padre tres tiros y, después de una pausa, otros dos para rematarlo. La víctima, Jesús Ulayar, había sido alcalde de la localidad y tenía cuatro hijos.

Participaron cuatro terroristas, los cuatro vecinos de Echarri Aranaz, dos de ellos los hermanos Vicente y Juan Nazábal, que fueron ayudados por otros dos, uno de ellos Eugenio Ulayar Huici, hijo de un primo carnal del asesinado.

Los Ulayar vivieron en Echarri sin que nadie les preguntase cómo estaban, mientras a los terroristas se los alababa. “Quien nos arropaba, lo hacía en privado porque el terror hace estragos”, escribió uno de los hijos.

Tras pasar dieciséis años en prisión, Vicente Nazábal, el autor material del asesinato regresó al pueblo. Eran las fiestas, había una comida popular en la plaza, y Jesús Ulayar, que iba con su hijo de dos años, se le acercó y la llamó asesino. “Me pegó una patada en el pecho y sus secuaces me desplazaron 50 o 60 metros. Nadie me ayudó”.

 

Echarri Aranaz nombró al terrorista hijo predilecto, y la banda de música pasó por delante de la puerta de los Ulayar. Varias veces se han colocado grandes fotografías de los asesinos en la fachada del Ayuntamiento mientras los vecinos bailan en las fiestas.

En el lugar donde fue asesinado Jesús Ulayar, el Ayuntamiento puso dos contenedores de basura y la fachada de la casa suele aparecer marcada con pintadas de ensalzamiento a ETA.

A los 25 años, en 2004, los Ulayar organizaron un homenaje. Vinieron muchas personas de fuera, “pero el pueblo parecía desierto, con las persianas bajadas. Muchos se acercaron sólo a la misa de la tarde”. Por miedo.

En el llamado Mapa del Sufrimiento que auspició el Gobierno navarro y elaborado por el ayuntamiento, el asesino de Jesús Ulayar aparece como una víctima, “detenido y torturado por motivos políticos”.

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