José Apezarena

Deshaciendo el PSOE

Concentración contra la Ley de Amnistía junto a la sede del PSOE en Madrid

Las cuatro asociaciones de jueces más representativas y las tres asociaciones de fiscales se han pronunciado rotundamente contra el pacto firmado por PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez.

Rechazan de plano la inclusión en el acuerdo del concepto de “lawfare o judicialización de la política”, es decir lo que se denomina persecución a los estamentos judiciales, con corrección y anulación de sus sentencias por razones políticas.

Lo singular es que, entre las asociaciones de jueces figura Juezas y Jueces para la Democracia, y entre las de fiscales la Unión Progresista de Fiscales (UPF), ambas vinculadas a la izquierda. O sea, al socialismo.

Un nuevo frente de oposición, y mucho más importante, vistas las movilizaciones que se van desarrollando, es la Ley de Amnistía, que viene cosechando rechazos generalizados por parte de grupos políticos, profesionales y sociales, y en las zonas más diversas, como pocas veces se ha visto en el país. Incluidos en la resistencia, por supuesto, sectores del socialismo.

Así que lo nuevo es que la línea política impuesta por Pedro Sánchez, para conseguir perpetuarse en el poder, está provocando consecuencias en los ámbitos ideológicos del propio PSOE. Con unos impactos que empiezan a resultar relevantes.

Un ejemplo es la emotiva rueda de prensa de Emiliano García Page, con su “si hay que plantar batalla, lo hare”. No parece que, a corto plazo, él vaya a protagonizar ningún terremoto, como sería que los diputados castellano-manchegos votaran contra la investidura de Sánchez, pero el mensaje de descontento, y aun oposición, está ahí.

Y, en ese espacio ideológico, son cada vez más los que se atreven a discrepar públicamente. No se trata solo de los Felipe González, Alfonso Guerra... El expresidente socialista de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, ha cargado contra Sánchez: “Se puede cambiar de opinión sensatamente -ha dicho-, pero no se puede cambiar de alma. Están atacando la integridad de una sociedad que vivía con tranquilidad”.

Y empiezan las defecciones. Era inevitable. A la baja del gemelo de García-Page, por la amnistía y las cesiones a Puigdemont, se van sumando cada día más militantes que se declaran “incompatibles con el PSOE”. Parece que empieza la desbandada.

Nicolás Redondo ha anunciado que abandonará el partido en los próximos días, cumpliendo así el compromiso de dejarlo si la amnistía salía adelante.

 

El ex ministro Javier Sáenz Cosculluela, que fue portavoz del Grupo Socialista en el Congreso durante la Transición, miembro de la Ejecutiva Federal y del Comité Federal, se marcha también. “El PSOE con la amnistía se pone al servicio de un nacionalismo supremacista, reaccionario y desintegrador. Tras más de 50 años de militancia, me causáis vergüenza. No actuáis en mi nombre. Os pido que convoquéis elecciones”.

Si en los años de Zapatero fueron muchos los militantes que rompieron el carnet, hasta el punto de que habló de la fuga de 50.000 afiliados, pasando de 240.000 en 2008 a 190.000, el proceso se ha puesto de nuevo en marcha.

Se calcula que, con Pedro Sánchez como secretario general, el partido ha perdido 15.000 miembros. Y ahora el goteo de bajas se ha acelerado, como reacción por las cesiones al nacionalismo catalán.

Y ojo al dato, que diría José María García. Únicamente pueden tener la gallardía de abandonar quienes no viven del partido, los que su sueldo no depende del aparato. Si la cosa sigue así, tal vez terminarán quedándose los que comen en ese pesebre y los fanáticos.

Cada vez se escuchan más voces hablando de una refundación del PSOE, recordando al PSOE Renovado que, en el final del franquismo, puso en marcha Felipe González frente al obsoleto PSOE del exilio. Porque el actual, el de ahora, se está deshaciendo. Gracias a los esfuerzos de Pedro Sánchez.

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