José Apezarena

¿Es nuestra democracia tan “defectuosa” como dicen?

El Rey, Felipe VI y el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, en la apertura del Año Judicial en 2021.
El presidente del CGPJ con el rey antes de la apertura del Año Judicial

Muchos recordarán aquellos tiempos en que nos dedicábamos a mirar hacia afuera, al otro lado de nuestras fronteras, para tratar de saber cómo nos veían. Esas épocas en que estábamos todo el tiempo leyendo la prensa extranjera, con Le Monde en primera fila.

Aquello ha pasado en buena medida. También porque los españoles viajamos bastante más, conocemos de primera mano qué sucede realmente en otros pagos, y, por tanto, podemos hacer comparaciones, en las que a veces no salimos tan mal.

No obstante, suele ocurrir que, cuando apreciamos que algo de por aquí supera a lo de fuera, cuando comprobamos que en algún terreno hasta lo hacemos mejor, nos cuesta muchísimo creerlo. Y más aún ponernos cualquier medalla.

Es ese maldito complejo de inferioridad hispano, que tantas veces nos ha amargado la vida. Esa extraña tendencia a zaherirnos, a ponernos mal, a creernos menos que los demás.

No sé si tal complejo viene de la crisis del 98, porque la realidad es que España ha sido una nación importante en el mundo durante siglos. Perdimos luego el pie, es cierto, pero lo hemos vuelto a recuperar, y hoy somos uno de los diez o doce países del mundo más destacados. Además, todos los otros han tenido y tienen baches.

Viene a cuento este preámbulo a la casi histérica reacción que produjo entre muchos de nosotros la noticia de que The Economist había rebajado la nota a la democracia española, calificándola de "defectuosa".

El índice global de democracia correspondiente al año 2021 publicado por la revista sitúa a España por primera vez en el grupo de naciones que han sufrido un deterioro democrático y descienden en el ranking, hasta colocarnos entre los países calificados como "democracias defectuosas".

Tal anuncio ha suscitado aquí lamentos jeremíacos y autoflagelaciones. Algo así como si nos hubieran condenado el fuego eterno.

¿Y por qué somos “defectuosos”? Según The Economist, sobre todo por la "división política" a la hora de renovar el poder judicial. O sea, porque los dos principales partidos no se han puesto de acuerdo a la hora de nombrar el nuevo Consejo General del Poder Judicial. Lo cual provoca, según la revista, una debilidad en cuanto a la independencia de la Justicia.

 

Afirma que el que no se haya producido la designación mina la credibilidad de la Justicia y la convierte en objetivo vulnerable para la politización.

Y yo pregunto. ¿Si se hubiera producido un acuerdo entre PSOE y PP, y el CGPJ estuviera ya renovado, nuestra democracia sería entonces de primera división? ¿A pesar de que los integrantes del Consejo hubieran sido nominados por un sistema de simple reparto entre esos dos partidos, es decir, con los cargos designados por los políticos? ¿Eso cambia las cosas en cuanto a calidad democrática? Me parece que no.

Desde mi punto de vista, el verdadero problema no es que no haya acuerdo, sino que consiste en que la cúpula judicial salga de la voluntad de dos partidos.

Cita también The Economist la "fragmentación parlamentaria", la "letanía de escándalos políticos" y el "creciente nacionalismo" en Cataluña, que constituyen -dice- "riesgos para la gobernanza". Esto sí me parecen argumentos un poco más serios que lo de la elección del CGPJ.

El grupo de países considerados "democracias plenas" se ha visto reducido por los descensos de España y Chile (en total quedan 21), y una vez más los nórdicos (Noruega, Finlandia, Suecia, Islandia y Dinamarca) son los que reciben mejor puntuación. Luxemburgo y el Reino Unido (que pierde dos posiciones y se acerca a las democracias deficientes) siguen en la primera categoría, igual que Costa Rica, Uruguay, Corea del Sur, Japón y Mauricio.

Los "regímenes autoritarios" son Nicaragua, Cuba, Venezuela (por cierto, los amigos de Podemos), Argelia, Egipto, Rusia, Ruanda, Vietnam y China. Y Afganistán es ahora el país menos democrático del mundo. Atención, Rusia calificada de régimen autoritario. Y aún no había invadido Ucrania.

España ha pasado, pues, a ocupar el puesto 24 (el 14 entre los países europeos), con una nota de 7,94, frente al 8,12 anterior.

¿Es tan grande catástrofe aparecer en el pelotón de países segundones en democracia? No, desde mi punto de vista. Sobre todo si miramos a quiénes nos acompañan. Porque figuramos inmediatamente detrás de Francia (7,94), y por delante de Portugal (7,82) y de Italia (7,68).

Más aún. En el grupo de "democracias deficientes" incluyen también Estados Unidos.

¿Es Estados Unidos una democracia plena? El reciente asalto al Capitolio. Las dudas sobre la limpieza de los resultados electorales que ha planteado Donald Trump. Las que también las suscitó el estrecho triunfo de George Bush y aquel recuento de votos de Florida... son dudas, lagunas y baches. Pero, a pesar de eso, la democracia norteamericana es una realidad.

Si aparecemos junto a Francia, Portugal, Italia y Estados Unidos, no estamos tan mal, digo yo. Y, desde luego, no es para tirarnos de los pelos y martirizarnos, como han hecho algunos.

editor@elconfidencialdigital.com

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