José Apezarena

España da pena. O vergüenza

Pedro Sánchez dialogando con Luis Rubiales el pasado 24 de agosto de 2023 en el Palacio de la Moncloa
Pedro Sánchez dialogando con Luis Rubiales el pasado 24 de agosto de 2023 en el Palacio de la Moncloa

De nuevo en la actividad habitual, tras el paréntesis de las vacaciones, no me resisto a trazar un rápido resumen de lo que he visto desde lejos sobre la situación del país.

He estado medio mes fuera, en una región muy lejana, pero he seguido en la distancia los acontecimientos del día a día en la península. Y, tal como se ven las cosas desde lejos, de nuevo llego a la conclusión de que España da pena. O tal vez vergüenza.

Durante las fechas previas a las consultas del rey para nombrar candidato a la investidura, el presidente del Gobierno empezó a presionar al monarca precisamente por la vía de afirmar que era Feijóo quien lo estaba haciendo.

Y hemos asistido a unas consultas las que no han acudido cuatro formaciones políticas, ERC, EH Bildu, Junts y BNG. Impresentable. Por cierto todos ellos miembros de la agrupación electoral en la que se apoya Pedro Sánchez para intentar hacerse con la presidencia del Gobierno.

Lastimoso me ha parecido el espectáculo, ridículo e infantiloide, de una serie de diputados acatando la Constitución mediante fórmulas chuscas, y sobre todo ilegales, incluyendo la invocación de unas supuestas repúblicas catalana y vasca, variaciones que sin embargo han quedado validadas.

Con una presidenta de la Cámara que, antes de ser votada, prometió que serán de uso común en el Congreso las lenguas regionales (por cierto, que olvidó el valenciano, el aranés y otras) para decir al día siguiente que no sabía si resultará posible hacerlo.

Tenemos un presidente del Gobierno que se va de vacaciones a Marruecos, junto con su mujer, no obstante las sospechas por los espionajes que sufrió, protagonizados por Rabat, mediante el sistema Pegasus, más el consiguiente extraño giro de 180 grados en nuestra política internacional al reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara.

Ocurre que estamos financiando allí programas de suministro de agua, mientras el amigo del otro lado continua comprando armas de última generación y, a lo largo del mes de agosto, no ha dejado de enviarnos emigrantes de forma masiva.

Se está debatiendo si es viable una amnistía a los separatistas catalanes y si cabe un referéndum de autodeterminación (en realidad un referéndum de separación).

 

A la vez, el PSOE ‘presta’ diputados a Junts y ERC, lo que les permite saltarse la norma que fija un número mínimo como requisito para tener grupo parlamentario. Es lo que suele llamarse fraude de ley. Y no pasa nada.

El 6 por ciento de los habitantes de este país va a decidir el futuro del 94 por ciento. Solo porque un dirigente político pretende seguir en La Moncloa.

Lo acaba de decir también el Washington Post: "España es rehén de una facción de extremistas regionales disidentes". 

Por si faltara algo, el caso Rubiales. La realidad de un dirigente protegido por el sistema, que había sido acusado de irregularidades económicas, y que llevó la final de la Supercopa de España de Fútbol a un país donde no existen derechos humanos y la mujer es oprimida y segregada, sin que entonces se inmutara el feminismo que ahora se ha echado a la calle por el famoso y lamentable “pico”. Estaban calladas.

Sin perder de vista, por supuesto, algunas ocurrencias del líder de la oposición, como proponer un Gobierno para dos años y el sainete de la firma de la coalición en Murcia tras buen número de semanas mareando la perdiz.

Y eso por no hablar del estratosférico precio del aceite, de las listas de espera en la Sanidad, de la inseguridad aumentando en nuestra calles,  de la vivienda que sigue subiendo...

Muy lastimoso todo, la verdad.

editor@elconfidencialdigital.es

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