José Apezarena

De ladrones, manipuladores y mesiánicos

Periódicos apilados.
Intolerantes en los medios

Cree el ladrón que todos son de su condición”. Eso dice un viejo refrán español que, en mi opinión, esconde bastante verdad.

Tal comportamiento acusatorio se produce también en otro tipo de individuos. Me refiero a los manipuladores. Son personas que han hecho de la tergiversación, de la manipulación, su sistema de trabajo, de vida, y que, por eso mismo, como ocurre a los ladrones, creen ver ese comportamiento también en todo el mundo.  

Como ellos lo practican de forma habitual, sospechan de todos. No les cabe en la cabeza que existan gentes que no transiten por tales vericuetos. Que no manipulen como ellos,

Por eso, cuando tropiezan con algo que no les encaja, inmediatamente lanzan la acusación de manipulación. No lo pueden remediar.

Existe una pequeña web, de las más veteranas por cierto, que practica tales actuaciones con total normalidad, lanzando a unos y otros, acá y allá, la sospecha y aun la acusación de manipuladores.

Con un componente añadido. Su promotor es algo así como un mesianista: un dador de patentes de verdad y mentira, dispensador de títulos de buenos y malos, que no tolera la disidencia, la discrepancia, y condena al fuego del infierno a todo aquel que no comulgue con sus planteamientos. Algo bastante próximo al talibanismo.

Cierto es que tiene el mérito de mostrarse consecuente con sus fijaciones y manías, que sostiene contra viento y marea. Y eso, en mi opinión, le honra. El problema es que, al final, acaba en la cerrilidad. Y en la injusticia.

Tales planteamientos, esa forma de analizar y de enjuiciar, lo aplica a todos los terrenos: social, económico, político, religioso… Pero especialmente en este último.

El problema es que lo religioso, el mundo de las creencias, constituye un campo bastante delicado, porque, como sin darse cuenta, enseguida se entra en dictar el anatema. En la condena, la inquisición, el auto de fe y, finalmente, condenando a la hoguera.

 

Con tales personas seguras de todo resulta imposible, y por supuesto inútil, tratar de dialogar. Porque, como se creen poseedores de la verdad, se muestran inmutables, no aceptan nada. Para ellos, dialogar es de tibios, de cobardes. Lanzan la piedra y ya está. Sin preguntar, sin la menor consideración o respeto a los otros, que, así, se ven condenados sin remisión.

Parece bastante lógico que reaccionen así porque, desde sus posiciones cerradas, en cuestiones de fe, el de enfrente es un hereje, un ateo. O, como poco, un laxo.

Ellos son buenos, los demás malos. Tienen razón siempre, los demás se equivocan. Ellos irán al cielo seguro, los otros se verán condenados al fuego del infierno. Condenados todos los demás, los equivocados.  Del Papa abajo. No excluyen a nadie.

Esas personas no perdonan. A su lado, Torquemada es un tibio, un aprendiz.

En el fondo parece que tienen buena intención, porque se consideran los salvadores del mundo. El problema es que lo quieren redimir a base de fuego y azufre. Y de acusaciones sin fundamento. Por ejemplo, de manipular.

¿A qué web me refiero? A esa que están pensando.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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