José Apezarena

Mentiroso Fernando Simón

Fernando Simón
Fernando Simón

La juez que investiga al delegado del Gobierno en Madrid por prevaricación, al no haber impedido manifestaciones como la del 8-M pese al avance del coronavirus, ha desestimado ampliar la imputación a Fernando Simón, porque ya hay dos juzgados investigándole por esos mismos delitos.

El director del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias podría verse procesado por imprudencia profesional con resultado de muerte, o por homicidio involuntario, aunque la impresión es que va a ser muy difícil que se produzca una condena.

Pero, de lo que no queda la menor duda, es de que Fernando Simçon es un gran mentiroso. Eso está acreditado.

Con toda frescura, sin ruborizarse porque ya tiene mucho callo, acaba de reconocer que dijo públicamente, en sus comparecencias durante la pandemia, que las mascarillas no eran necesarias, pero que lo dijo porque entonces no había mascarillas para todos.

O sea, que sí eran imprescindibles, pero mintió solemnemente a toda una ciudadanía angustiada, que le creyó. Y con eso, haciéndole caso, quedó aún más indefensa.

Ahora, Fernando Simón afirma que las mascarillas son inevitables, y casi la única garantía de que no se producirá un rebrote como el tremendo episodio que se desató en el mes de marzo.

Y a Fernando Simón no se le ha mudado la color con el reconocimiento de su mentira. Ni ha pedido perdón, ni ha dimitido. Su credibilidad ha caído por los suelos, pero continúa pontificando detrás del atril. Con un par.

Hay alguna otra voz que le ha llamado mentiroso. Uno de ellos, Gabriel Heras, médico especialista en medicina intensiva.

De 43 años, destinado en el hospital Universitario de Torrejón, en su unidad se detectó el primer caso de coronavirus, y allí, de nueve sanitarios, cinco acabaron contagiados. Uno, el propio Heras. Acaba de escribir un libro relatando su experiencia como ingresado en la UCI.

 

“Aguantamos bien –dice en una entrevista- hasta que se nos acabaron los equipos, y en la UCI de nueve caímos cinco. No se puede ir a la guerra sin escudos. De nuevo The New York Times sacó una portada: “Spanish kamikazes”. Mostraban cómo los sanitarios nos hacíamos los equipos de protección con bolsas de basura. Era vergonzoso”.

Heras había puesto en marcha un proyecto internacional para humanizar las UCIs, con más de 100.000 profesionales implicados, que ha quedado paralizado por la pandemia de coronavirus.

El planteamiento es que, si se consigue poner a la persona en el centro de la UCI, el lugar con más tecnología y cacharros pitando de un hospital, el proyecto de humanización se extendería a todas las aéreas. Y estaba ocurriendo, hasta que llegó la Covid-19.

Entrevistado por La Vanguardia, Gabriel Heras denuncia que toda la gestión del coronavirus “se ha hecho desde el miedo, la improvisación y el egoísmo. Desde el egoísmo personal al de las comunidades autónomas y de los países. Nadie se ha preocupado realmente por el bien común. Y ha habido declaraciones políticas indecentes”.

A propósito de “declaraciones indecentes”, confiesa que lo que más le hirió fue el día que salió Fernando Simón diciendo que “cuando hay un sanitario infectado todos a su alrededor son testados. “Estaba mintiendo. Ese día dejó de ser médico y se convirtió en político”.

Lo dicho, un mentiroso. Que con ello causa daños a la gente, a los ciudadanos que le escuchan. Como ocurrió cuando dijo que las mascarillas no eran imprescindibles. Ahora te ponen multa si vas sin ella.

editor@elconfidencialdigital.com

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