José Apezarena

Mujeres caminando hacia la derrota

De izquierda a derecha, las entonces ministras de Educación, Isabel Celáa, de Exteriores, Arantxa González Laya, la exvicepresidenta Carmen Calvo y la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en la manifestación feminista del 8 de marzo de 2020.
Ministros de Sánchez en la manifestación feminista del 8-M.

El martes, el Gobierno tiene previsto aprobar la ley trans, el anteproyecto que permitirá cambiar de sexo con solo solicitarlo en el registro.

En principio, se llamará Anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, y representa el triunfo del sector Podemos del Gobierno sobre el sector PSOE.

Supone la victoria del ‘nuevo feminismo’, encarnado por Irene Montero, sobre lo que podríamos llamar el feminismo ‘de siempre’, personificado, entre otras, por Carmen Calvo, que ya había declarado “me preocupa la idea de que se elige el género sin más que la mera voluntad”.

Esa ley va a ser impuesta por un partido minoritario, sin fundamentos ideológicos ni análisis serios, sin dirigentes cualificados, de recién llegados, que no ha demostrado nada, sólo porque tiene un puñado de diputados. Y por una ministra de Igualdad incompetente.

Con este movimiento, Pedro Sánchez demuestra, una vez más, que en este país todo está en venta, si así conviene a sus intereses. Todo. Incluyendo, por supuesto, la integridad nacional, es decir, dar vía libre a que los separatistas catalanes vuelvan a intentar romper España.

Según el texto que va al Consejo de Ministros, el cambio de sexo no podrá estar condicionado a la presentación de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo anotado en el nacimiento, ni a la modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole.

Las personas mayores de 16 años podrán solicitar la rectificación de la mención registral del sexo por sí mismas, sin necesidad de hormonación obligatoria ni evaluaciones psicológicas y médicas. Entre los 14 y los 16 años también podrán conseguirlo, siempre y cuando vayan acompañadas de sus tutores legales.

La modificación se realizará en dos fases. Una vez rellenado el formulario, la persona solicitante deberá comparecer, en un plazo máximo de tres meses, para ratificar su solicitud por segunda vez.

Y el anteproyecto contempla un periodo de reversibilidad: en los siguientes seis meses desde que se efectuó la modificación del sexo legal, la persona puede volver a solicitar el cambio.

 

Este fin de semana se han registrado, en varias ciudades, manifestaciones feministas contra de la ley trans.

Confluencia Movimiento Feminista, que agrupa a medio centenar de organizaciones de toda España, se manifestó en Madrid y otras ciudades frente a una norma que, a su juicio, es una ley “contra las mujeres” porque supone un retroceso en la protección de sus derechos.

Irene Montero, dimisión” y “Este Gobierno no nos representa”, fueron algunos de los lemas que se escucharon en la Puerta del Sol, además de peticiones de “Mujeres del PSOE, romped la disciplina”.

Por si faltara algo, en Murcia hubo enfrentamientos físicos entre grupos de mujeres.

Una manifestante filmó la agresión que sufrió una miembro de RadFem, Laura Strego, diseñadora e ilustradora, de 34 años, natural de Cartagena.  “Comenzamos a separar a las chicas porque estaban insultando a Laura, le dieron patadas y la estaban arrastrando de la melena”.  La víctima acabó en el hospital. "Le han arrancado trozos de pelo y le dolía la zona cervical porque le doblaron el cuello".

Según estas feministas, la ley Trans permitirá que un hombre, solo con su palabra, sea considerado mujer, sin hormonación y sin historia de género. “Nosotras consideramos que esta ley atenta gravemente contra nuestros derechos basados en el sexo. También pone en jaque el deporte femenino y las listas de paridad porque cualquier hombre podrá identificarse como mujer. Además, en materia de violencia de género, en el momento en el que un hombre se identifique como una mujer, esa legislación dejará de tener sentido y cualquier caso de violencia machista podrá tratarse como una pelea entre mujeres”.

Un dato más. El festival de cine de San Sebastián ha suprimido el premio al mejor actor y a la mejor actriz. Dejará un único galardón: una Concha de Plata “a la mejor interpretación protagonista”, sin distinguir varón o mujer.

Desde mi punto de vista, la mujer sale perjudicada. Si hasta aquí siempre había una actriz premiada, a partir de ahora lo habrá o no lo habrá, con lo que se pierde una oportunidad de reivindicación.

Otro ámbito delicado es el deporte. Y ya se ha confirmado la participación en la Olimpiada de Tokio de una trans, la haltera noezelandesa Laurel Hubbard. A la vista de su constitución física, partirá con ventaja respecto al resto de atletas femeninas.

La suma facilidad para cambiar de sexo, y para descambiarse también, con una normativa de ida y vuelta (ahora “me siento”, ahora “no me siento”), que establece la nueva la ley trans va a tener consecuencias insospechadas.

Yendo casi al absurdo, ante la exigencia legal de paridad en los consejos de administración, bastará con que algunos se ‘apunten’ como mujer. Por no aludir a un problema nuevo, pero que ya se ha detectado: el lesbianismo de los trans.

Desde mi punto de vista, la desaparición de hecho de la distinción entre hombre y mujer, la posibilidad de cambio en una y otra dirección sin ningún tipo de requisitos, destroza leyes y conquistas.

La mujer, en concreto, camina hacia la derrota. Tienen razón las feministas ‘clásicas’. Porque, si cualquiera puede ser mujer, ser mujer no tiene ningún valor especial.

editor@elconfidencialdigital.com

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