José Apezarena

La 'normalización' de la extrema derecha

Sede de la Unión Europea en Bruselas

Aumenta la preocupación, de fondo, en sectores políticos y mediáticos europeos, y más aún en las propias instituciones, por la ‘normalización’ en Europa de los partidos de extrema derecha, que cada vez integran más gobiernos en más países.

Publicó Le Monde, la semana pasada, un editorial titulado “Europa y las alianzas de derechas”, diciendo que la hibridación entre partidos conservadores y partidos euroescépticos o iliberales, en cada vez más Estados miembros, amenaza con debilitar internamente a la Unión Europea y, en consecuencia, a su papel en la escena internacional.

Ante dos graves crisis, la pandemia y la guerra en Ucrania, la UE ha mostrado capacidad de resiliencia y adaptación. Condenada, según los profetas de la desintegración, a verse socavada por intereses nacionales contradictorios que destruyen la idea misma de soberanía europea, sin embargo ha resistido poderosas conmociones externas.

Esta solidez -sigue el editorial- hace aún más paradójica la actual multiplicación de alianzas que unen a la derecha y la extrema derecha en muchos Estados miembros, aunque con modelos que varían: desde la coalición hasta el apoyo no participativo.

Ocurre en el norte de Europa, donde esos partidos están ahora totalmente normalizados, y más aún en algunos países del sur, como Italia, y potencialmente España después de las elecciones de julio. Una derechización sin precedentes está en marcha en la Unión, dice Le Monde.

Si esta evolución se confirmara en las elecciones europeas del año próximo, eso conllevaría el riesgo de un debilitamiento interno de la Unión, animado por partidos que siempre la han considerado perjudicial para su nacionalismo reducido y que ahora tocan poder.

Los temas en los que prospera la hibridación entre derecha y extrema derecha están identificados. Por ejemplo, la política migratoria. A la denuncia de una Europa presentada como un espacio sin fronteras, se añaden hoy los ataques a los derechos de las minorías en nombre de un anti-wokismo de circunstancias. Además, el populismo de derechas se ve tentado a cuestionar la lucha contra el calentamiento global, cuyo coste social se considera exorbitante.

Desde su fundación, la Unión Europea se ha apoyado en dos pilares políticos: los demócrata-cristianos, agrupados dentro del Partido Popular Europeo, y la socialdemocracia. La alternancia entre estas dos grandes fuerzas, que declinó en las elecciones de 2018, ha mantenido el principio europeo de solidaridad y el respeto a las reglas de juego institucionales.

Sería muy delicada la situación, si se formara un bloque que reuniera a los conservadores y a las corrientes euroescépticas e iliberales, que han atacado la razón de ser de la Unión y elogiado una ruptura como el Brexit.

 

Una Europa debilitada -concluye el periódico- quedaría en manos de las grandes potencias. Y los ciudadanos serían las primeras víctimas.

Es su análisis.

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