José Apezarena

Pablo Casado va gastar la segunda de sus tres balas

Pablo Casado y Fernando Martínez-Maíllo
Pablo Casado y Fernando Martínez-Maíllo

Pablo Casado gastará en las elecciones generales del 10 de noviembre la segunda bala, de las tres que, según los analistas, va a tener a su disposición para consumar un proyecto político que conduzca a su partido al Gobierno de España, y a él a La Moncloa.

El crédito que le han otorgado los militantes y dirigentes del PP, para que les lleve a esa meta, tiene en principio fecha de caducidad: las elecciones “siguientes”, las que se celebren después de las que tendrán lugar dentro de mes y medio.

Ya ha perdido unas. En estas, las de noviembre, pase lo que pase, todavía le pueden perdonar todo. Pero en las otras ya no. La tercera bala.

Casado, conocedor de que gasta el segundo disparo de tres, se va a tomar muy en serio un desafío que no le salió muy bien en los anteriores comicios: configurar de cara a ese día 10 unas candidaturas ganadoras, que para ello reúnan varios requisitos:

1. Que sus componentes sigan siendo personas ‘nuevas’, es decir, no manchadas por la etapa anterior, con el fin de sortear el sudario de la corrupción que todavía acogota al partido.

2. A la vez, ha de encontrar candidatos que generen ilusión y esperanza, que conformen un proyecto con futuro, al que valga la pena apoyar.

3. Y, finalmente, que reúnan la solvencia personal y política suficiente como para ofrecer garantías de una gestión eficaz de los problemas que afronta el país.

A la vez, deberá, ahora sí, atender algunas peticiones que le llegan desde dentro del PP. Una de ellas cambiar a los cabezas de lista que fracasaron en los pasados comicios. Algo que le dolerá especialmente, porque fueron designados directamente por él, eran decisiones suyas.

Ese cambio, como concretó acertadamente ECD, se resume en esta frase: “Ni tertulianos ni toreros en las listas del PP”. Un mensaje que mira a diestros como Miguel Abellán y Salvador Vega, y, entre otros, a tertulianos como Edurne Uriarte y Daniel Lacalle.

 

La expresión “ni tertulianos ni toreros” ha hecho fortuna, hasta el punto de ser recogida a bombo y platillo (sin citar la fuente, por supuesto) en algunas webs de reciente creación, por comentaristas en programas de televisión y tuiteada, y también por algunos diarios.

Los mensajes a Pablo Casado de que “recupere” a algunos viejos dirigentes, por ejemplo determinados marianistas y sorayistas que se vieron laminados en las listas para las últimas generales, van a ser difíciles de atender. Porque su presencia volvería a recordar al PP del pasado, el marcado por la corrupción, del que el actual líder está empeñado en pasar página. Por supervivencia.

Entre los nombres que por lo visto le han llegado están los de Fátima Báñez, Rafael Hernando y Fernando Martínez Maíllo.

Otros consejos que le han dado se centran en que esta vez se olvide de Vox y no lo convierta en objeto de la campaña, lo mismo que de la bandera de España y de su último proyecto, España Suma, porque –según le dicen- moviliza a la izquierda.

Lo primero, posiblemente lo aceptará, e incluso quizá lo segundo. Lo tercero, lo de España Suma, no va a resultar tan sencillo, porque para Pablo Casado es la solución, la gran fórmula, para echar de La Moncloa a Pedro Sánchez.

A corto plazo, Casado guarda a su favor una baza muy tranquilizadora: que, en las elecciones de noviembre, el PP únicamente puede mejorar resultados. Solamente la cabe crecer, porque no es posible situarse más abajo del enorme fracaso que cosechó en las elecciones del 28 de abril, con esos escuetos 66 diputados.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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