José Apezarena

País Vasco, la independencia imposible

Imanol Pradales, candidato del PNV a lehendakari

Han hablado las urnas en las elecciones del País Vasco. Los dos partidos independentistas, PNV y EH-Bildu, han recibido, juntos, el 68% de los sufragios. No obstantes, ese datos se produce con un 42% de abstención. O sea que en realidad los apoyos a los dos partidos representa en torno al 40% de la población.

Yendo a cifras absolutas, les han votado  668.000 vascos, sobre un total de 1,7 millones de electores.

A pesar de esa mayoría nacionalista en el nuevo Parlamento vasco, la realidad es que la independencia no aparece entre las principales preocupaciones de la sociedad vasca.

El Sociómetro, el CIS vasco, publicado a finales de marzo refleja que solo el 22% de los encuestados son partidarios de la independencia, una de las cifras más bajas de la serie histórica, frente a un 37% que están en contra y un 33% que podría apoyarla o no en función de las circunstancias.

Un dato más. Según el Instituto Vasco de Estadística, el castellano es la primera lengua para el 69,94 %, frente al 17,82 % cuyo primer idioma es el euskera. Tan solo el 7,01 % declara que ambas por igual son su primera lengua.

A pesar del veredicto de las urnas y del futuro Parlamento Vasco, a pesar de la existencia de dos partidos que propugnan la independencia, lo cierto es que  esa meta se ha convertido hoy en un sueño quimérico.

Primero, porque, como se ha dicho, no la reclama la mayoría de la población.

Segundo, porque resulta irreal admitir la creación de un Estado con un territorio de 7.234 km2 (más pequeño que 35 provincias españolas) y 2,2 millones de habitantes (menos que ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia)

Tercero, porque Europa no lo aceptará.

 

Cuarto, porque los propios nacionalistas, o una mayoría de ellos, sobre todo integrantes del PNV, en realidad ya no luchan por alcanzarla, sabedores de esa imposibilidad.

Siendo lehendakari, Íñigo Urkullu afirmó hace años en una entrevista, que “pensar hoy en un Estado vasco independiente es una quimera”. Dijo que la independencia es “un término del pasado”, y recalcó que “es imposible que hoy un Estado se pueda declarar independiente”. Repitió que la independencia no interesa a los ciudadanos vascos.

Urkullu justificaba la inviabilidad de la independencia en estos dos argumentos

-Europa no admitirá la existencia de un estado como Euskadi, con esa superficie y con solo dos millones de habitantes.

-Pero, sobre todo, si hay independencia e integración en Europa, desaparecerá el Cupo Vasco, porque la UE no permite un sistema de privilegios fiscales como el que ahora disfrutan con el concierto. Y la supresión no nos interesa.

Si la independencia resulta un imposible, la tragedia es que por esa quimera han sido asesinados 850 ciudadanos, con 2.600 heridos y casi 90 secuestrados. A lo que hay que añadir que doscientos mil vascos tuvieron que abandonar su tierra. Esos doscientos mil que, si ayer hubieran votado, habrían provocado un resultado electoral muy distinto.

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