José Apezarena

Pedro Sánchez se quita las pulgas

Arnaldo Otegi, líder de EH Bildu, con Oriol Junqueras, de Esquerra

El Diccionario de Americanismos incluye la palabra “despulgarse”, descrito, en su segunda acepción, como “Quitarse alguien pulgas o piojos”.

Aunque no figure en el diccionario de la Real Academia, el habla popular maneja a veces la expresión “quitarse las pulgas”, para tratar de describir el intento de desprenderse de un asunto molesto que se prefiere olvidar, o, sobre todo, que otros lo olviden.

Me venía a la cabeza tal expresión para intentar reflejar qué está haciendo Pedro Sánchez en estos tiempos manifiestamente electorales, aunque la campaña aún no haya comenzado oficialmente.

El líder socialista, y presidente del Gobierno, es consciente de que uno de los fardos que pesan, y mucho, sobre sus espaldas, y que le está castigando convocatoria tras convocatoria electoral, son sus pactos políticos. Y singularmente los firmados con ex etarras e independentistas. O sea, con EH Bildu y con Esquerra.

Lo pagó muy caro en las elecciones andaluzas, le ha penalizado de nuevo en las municipales y autonómicas de mayo, y, según las encuestas, ocurrirá otra vez en las generales de julio. El éxito del eslogan “Que te vote Chapote” es solo una expresión más.

Por eso, Pedro Sánchez ha empezado a sacudirse las pulgas. Que es otra forma de decir lo mismo.

El presidente dedica estos días enormes esfuerzos a distanciarse, al menos aparentemente, siquiera sea con los gestos, de abertzales y de separatistas catalanes.

Una manifestación ha sido la actuación de los socialistas en Pamplona, absteniéndose, lo que permitió a UPN hacerse con la alcaldía de Pamplona, cuando podían habérsela dado a EH Bildu a cambio de su apoyo a María Chivite.

Otra más, lo ocurrido en Barcelona, donde el candidato nacionalista, Xavier Trías, ha perdido un sillón que parecía tener asegurado merced a un acuerdo, en el último minuto, de los socialistas con el PP y En Común.

 

En este último caso, Ada Colau ha dado pruebas de ser una buena discípula de Yolanda Díaz, quien ha hecho un buen favor al presidente permitiéndole visualizar su alejamiento de los independentistas catalanes.

Evidentemente, estamos en fase de lavados de cara, porque el voto bien lo merece.

Otra cosa será después, cuando, si tiene opciones de gobernar, pactará con quien sea preciso, con el diablo si hiciera falta. En tal supuesto, se llenará otra vez de pulgas, por así decirlo, pero tendrá otros cuatro años hasta que necesite de nuevo quitárselas.

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