José Apezarena

Cómo poner en un brete a Felipe VI

La semana que viene, el 13 de enero, quedarán constituidas las Cortes salidas de los comicios del 20-D. Y se pondrá en marcha el procedimiento para la designación de un nuevo presidente del Gobierno.

Una vez elegido el presidente de la Cámara, este notificará al rey Felipe VI la composición del Congreso, es decir, la relación de portavoces de cada uno de los partidos representados, para que comience la ronda de consultas por parte del monarca.

Y la mejor forma de poner en dificultades al rey, y no pequeñas, es que las fuerzas parlamentarias no sean capaces de consensuar un nombre que pueda superar la investidura y tomar posesión de la presidencia del Gobierno.

Previsiblemente, de esta primera ronda de conversaciones se deducirá que no existe un candidato con apoyos suficientes, a pesar de lo cual el primer paso para Felipe VI no presenta dificultades graves, por cuanto los usos políticos marcan que encargue formar Gobierno al candidato de la fuerza mayoritaria, o sea, a Mariano Rajoy.

El problema comenzará cuando, como todos los datos  indican en este momento, el líder del PP no logre el apoyo de una mayoría parlamentaria suficiente.

Previsiblemente, esa misma rutina política indica que el siguiente candidato señalado por el rey debería ser el cabeza de lista de la segunda fuerza, o sea, Pedro Sánchez.

Y a partir de aquí es cuando las dificultades se disparan. A día de hoy, el líder del PSOE no cuenta con suficientes votos para poder formar Gobierno. Y, además, la impresión es que no los obtendrá, dada sobre todo la condición irrenunciable que ha marcado Podemos: la celebración de consultas soberanistas, algo que el socialismo en pleno ya ha rechazado.

Si, como es de prever, tampoco Pedro Sánchez consigue apoyos suficientes, ¿qué deberá hacer entonces el rey? ¿Dedicarse a ‘maniobrar’ para forzar esa mayoría imprescindible? ¿En torno a uno de los dos ya nominados, o a partir de otro candidato? ¿Quién, en ese caso? ¿O bien, vistas las matemáticas parlamentarias, deberá renunciar a promover nuevos intentos, con lo que la repetición de las elecciones resultará inevitable?

Tales supuestos colocan al monarca en una posición poco aconsejable. Porque, en este como en otros asuntos, cuanto menos tenga que ‘decidir’ el rey, cuanto menos haya de actuar, mejor para él y para la Corona. La Institución saldría dañada de cualquier posicionamiento posible.

 

El modelo de monarquía en España requiere la menor implicación en cuestiones debatidas, el mínimo alineamiento político, por lo mismo que ha de mantenerse por encima de litigios y de opciones particulares. Cada vez que adopte posición en algo discutible, opinable, una porción de ciudadanos que piensen de otra forma se alejarán del rey, que en ese momento iniciará el peligroso camino de dejar de serlo de todos los españoles.

Así que la forma de no poner ahora en un brete a Felipe VI es que los políticos, los partidos, hagan su trabajo. Que lleguen a un acuerdo sobre la investidura, el que sea, pero sin permitir que el monarca tenga que tomar opción alguna. No debe hacerlo.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato