José Apezarena

Puigdemont y la bandera

Jordi Pujol.
Jordi Pujol.

Algunos recordarán todavía el llamado ‘caso Banca Catalana’.

Banca Catalana fue una entidad financiera creada en 1959 por Florenci Pujol Brugat, su hijo Jordi Pujol, y su yerno Francesc Cabana. De ella se cuenta que financió actividades catalanistas de todo tipo, incluso el fichaje de Johann Cruyff por el FC Barcelona en 1974. Jordi Pujol fue vicepresidente ejecutivo.

Con unos depósitos de 262.226 millones de pesetas, 352 oficinas y 5.226 empleados, en 1981 era el décimo grupo bancario español y el primer grupo bancario catalán.

Sin embargo, al año siguiente, un falso anuncio de suspensión de pagos provocó la salida del 38% de los depósitos de la mayor parte de entidades financieras catalanas y entró en quiebra. En 1983, Banca Catalana fue traspasado a un consorcio formado por toda la gran banca española.

Pujol, entonces ya presidente de la Generalitat, fue incluido en la querella presentada por la Fiscalía del Estado contra los exdirectivos de la entidad, y el juez le tomó declaración en su residencia oficial de la Casa dels Canonges. Los fiscales sostenían que Pujol y el resto de consejeros se habían repartido más de 105 millones de pesetas en dividendos entre 1974 y 1976, cuando el banco ya acusaba pérdidas importantes.

El caso cobró connotaciones políticas, porque Jordi Pujol se envolvió en la bandera catalana. Se montaron grandes manifestaciones en las calles, y el entonces todavía Molt Honorable proclamó: “Nos quieren confiscar la victoria electoral y también nos quieren robar la honorabilidad”.

En 1986, los fiscales Mena y Villarejo pidieron el procesamiento de los 18 exconsejeros del banco, entre ellos Pujol, por apropiación indebida, falsedad en documento público y mercantil, y maquinación para alterar el precio de las cosas. Sin embargo, el pleno de la Audiencia de Barcelona decidió dejar fuera al President. Y en 1990 decretó el sobreseimiento definitivo del sumario.

Envolverse en la bandera de Cataluña es lo que ha hecho Carles Puigdemont desde que escapó a Waterloo. Lo ha apostado todo, la bandera, el nacionalismo, su partido... para lograr que él, él mismo, no tenga ningún problema penal en España. Incluyendo poder regresar e incluso volver a presentarse candidato de Junts a la Generalitat.

Eso es lo que ha estado en juego, y eso es lo que consigue con la ley de amnistía. Junts insistió en que la amnistía incluye a todo el mundo y es de aplicación inmediata. La ley adapta los delitos más graves, los de terrorismo y traición, a la legislación europea, sin referencia al Código Penal español, que es más restrictivo. En contra de la última decisión del Tribunal Supremo, Puigdemont no será imputado por terrorismo en la causa de Tsunami Democràtic.

 

Al final, como era de prever, el Gobierno de Pedro Sánchez ha entregado todo. Todo. Incluido el principio de soberanía nacional de que son las leyes españolas (y no las europeas) las que juzgan a los españoles. El Código Penal ha quedado anulado en este caso.

Todo, por salvar, no la bandera, sino a Puigdemont.

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