José Apezarena

Sánchez, ‘Demolition Man’

Felipe González y Pedro Sánchez
Pedro Sánchez y Felipe González

'Demolition Man' es una estupenda película de ciencia ficción que enfrentaba a Sylvester Stallone contra Wesley Snipes en un futuro de lo más peculiar, y en la que el protagonista, Stallone, utilizaba como principal sistema de actuación derribar edificios. Demolerlos de forma expeditiva y por la vía rápida.

Es lo que está practicando el presidente del Gobierno, dedicado a destruir todo lo que se encuentre a su alcance. Y con prisas.

Pedro Sánchez está dinamitando la estructura institucional del país mediante un cúmulo de cambios legislativos y reformas en profundidad, todo ello por el vía de urgencia, sin estudios previos, sin consultas y sin debates que merezcan tal nombre. Y a toda prisa.

Ahí está la ‘reforma exprés’ del Código Penal, para la que ha recibido duras críticas desde dentro del socialismo, sobre todo por la reelaboración de la malversación, y con García Page como uno de los protagonistas destacados.

Sánchez ha recibido mensajes concretos en la línea de que, con la reforma del delito de malversación, puede ocurrir lo mismo que con la famosa ley del “solo sí es sí”, es decir, traer como consecuencia la reducción de condenas a una serie de corruptos, muchos de los cuales pueden incluso salir ya de la cárcel. Pero, por lo visto, al presidente le da igual.

En el Pleno extraordinario del Congreso celebrado ayer, para aprobar la ‘reforma exprés’ del Código Penal, con las enmiendas de PSOE y Unidas Podemos que cambian la ley del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, PP Vox y Ciudadanos pidieron en vano a la presidenta que suspendiera la sesión hasta que el Constitucional se pronuncie sobre los recursos de amparo presentados por populares y Vox.

Inés Arrimadas lamentó que el Gobierno de Pedro Sánchez actúe de la misma forma que lo hizo el independentismo en el Parlament de Cataluña en 2017. “Esto tendrá un coste y será el origen de muchos problemas graves que tendrá este país”, dijo.

Cuca Gamarra le acusó de "creer que la democracia es suya", y de dejar el camino expedito "a quienes en 2017 dieron un golpe contra la democracia". Se preguntó dónde estaba la "valentía" de Sánchez, cuando ni siquiera había acudido al Congreso.

El PSOE respondió acusando al PP de golpismo, de intentar "parar la democracia" con un golpe como en el 36 y con Tejero en el 81, “primero con tricornios y ahora con togas".

 

Se atribuye a Pedro Sánchez una peculiar táctica de gobierno: apagar los problemas como sea, incluso a pesar de que la ‘solución’ pueda provocar un conflicto mayor, porque piensa que ya afrontara el nuevo problema cuando estalle. Algunos lo califican de sistema suicida, pero la realidad es que hasta ahora ha salido bien librado. Hasta ahora.

Como ya ocurriera con el cambio de posición de España respecto al conflicto del Sáhara, cuando el Sánchez decidió por su cuenta alinearse con Marruecos y dejar abandonados a los polisarios, de nuevo se plantea la tremenda pregunta de a quién consulta el presidente para tomar decisiones tan rompedoras, tan destructivas. ¿Lo consulta con alguien? ¿Con quién? ¿Con Félix Bolaños y alguno más?

Así que Sánchez, en una especie de política de tierra quemada, está destrozando la convivencia política y destruyendo los cimientos profundos del país.

Por cargarse, hasta se va a cargar su propio partido. Ya ha provocado un manifiesto de ex ministros y ex diputados socialistas contra la supresión de la sedición y contra un cambio en la malversación que beneficia a los condenados del ‘procés’. Un documento que en los dos primeros días ya consiguió dos mil adhesiones.

Es un auténtico‘Demolition Man'. El problema es que bajo los escombros estamos quedando todos los demás.

editor@elconfidencialdigital.com

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