Sánchez vende Navarra
La tentación de vender Navarra ha estado más de una vez en la mente de los líderes políticos nacionales. Y ha vuelto a hacerse presente de nuevo.
Los más veteranos recordarán que Adolfo Suárez, siendo presidente del Gobierno, estuvo a punto de ceder ante Carlos Garaicoechea y de ‘entregar’ Navarra a Euskadi.
Y se acordarán de que fue un diputado navarro de su mismo partido, la UCD, Pedro Pegenaute, quien se presentó en Madrid y le convenció de que no hiciera semejante barrabasada.
A pesar de todo, nos colocaron en la Constitución la desdichada transitoria cuarta, que mientras siga en vigor mantiene abierta la puerta de una integración en Euskadi.
Ahora, otro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está vendiendo Navarra... a trocitos, poco a poco.
Sin preguntar nada, sin contar con los navarros, pasando por encima de ellos, acaba de pactar con los herederos de ETA, con EH Bildu, que el tercer canal infantil de la televisión vasca, ETB, que emite en euskera, se vea en toda Navarra. En toda Navarra, incluyendo la Montaña, la Cuenca de Pamplona y la Ribera.
Es uno de los precios que Sánchez ha pagado a los bildutarras a cambio de su voto en los Presupuestos del Estado. O sea, una compraventa con Navarra como contrapartida.
Estamos ante una ‘invasión’ de Navarra mediante las emisiones de ETB. Ante una decisión ‘conquistadora’, que no respeta, que transgrede la autonomía foral y menosprecia a los navarros.
Y todo eso con el visto bueno de los dirigentes socialistas navarros, encabezados por la presidenta María Chivite, que se ha cuidado muy mucho de salir a la calle para defender los derechos y hasta la honra vendidos a EH Bildu.
Me temo que, con ese nuevo cambalache, el PSN ha dejado definitivamente de ser un partido navarro.
En su día, en el inicio de la transición, los socialistas estuvieron integrados en el PSE-PSOE vasco. Y fue otro navarro, Carlos Solchaga, quien los sacó de ese agujero, para constituir el PSN. Hoy, por sumisión a Pedro Sánchez, María Chivite los acaba de introducir de nuevo.
Por cierto, que hablando de invasiones y de conquistas, no deberíamos olvidar a los cuarenta de Artajona. Los navarros me entienden. Y muchos guipuzcoanos también.
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