José Apezarena

Los señores diputados no dan palo al agua

No dar un palo al agua es expresión castiza que, por lo visto, tiene origen marinero. Está relacionada con la necesidad de remar para mover las embarcaciones cuando son propulsadas por ese procedimiento. El requisito de dar paladas.

Por tanto, quien no da un palo al agua es aquel que no trabaja con el resto de compañeros de bancada para propulsar el barco. Al que, por lo tanto, podría calificarse de holgazán, vago, insolidario...

En el habla común actual, suele utilizarse tal expresión para definir y describir a aquellos que no trabajan, debiendo hacerlo. Incluyendo quienes fingen afanarse en la tarea, pero en realidad es un disimulo para el engaño porque no se esfuerzan en absoluto.

Bueno, pues bien podemos decir que los señores diputados no dan un palo al agua. Porque se encuentran metidos en unas espléndidas vacaciones parlamentarias que no terminarán hasta que comience el mes de febrero.

Los miembros del Congreso aportan todo tipo de explicaciones sobre tal fenómeno, explicaciones que no explican nada, porque resultan incomprensibles para cualquiera esas interminables vacaciones. Que, además, no conllevan ninguna reducción de sueldo.

Pueden llamarme demagogo, pero lo cierto es que resulta muy poco ejemplarizante el comportamiento de los parlamentarios, en un país, además, donde no hay puestos de puesto de trabajo para todos, y donde el empleo que se crea últimamente es sobre todo de carácter temporal.

No hace mucho, las encuestas del CIS identificaron a los políticos como uno de los principales problemas que padece el país. Además de la plaga de la corrupción, eran los momentos críticos del bloqueo, cuando resultaba imposible formar Gobierno y se aventuraban unas segundas elecciones.

Ahora, esa mala imagen se ha rebajado un tanto. Pero el espectáculo del Palacio de la Carrera de San Jerónimo desierto no va a ayudar precisamente a dignificar el oficio y dedicación de los señores diputados.

Tengo la esperanza de que algunos, o al menos los líderes, reflexionen sobre ese panorama de escaños vacíos, y que cambien el próximo calendario laboral parlamentario.

 

Porque resulta muy desalentador que a los diputados les queden todavía más de tres semanas sin pegar un palo al agua. No es que no trabajen, es que ni van al puesto de trabajo.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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