José Apezarena

De Superlópez a Supersánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo y el presidente de la Autoridad Nacional de Palestina, Mahmud Abás, en la sede e la Autoridad Nacional de Palestina, en Ramallah.
Pedro Sánchez y el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo. con el presidente de la Autoridad Nacional de Palestina, Mahmud Abás, en la sede e la Autoridad Nacional de Palestina, en Ramallah.

Son muchos los que recuerdan el personaje de Superlópez, uno de los más populares protagonistas de tebeo español, aunque sin llegar a la fama obtenida por Mortadelo y Filemón, protagonista de una de las mejores series de humor para todos los públicos, que incluso ha pasado al cine.

Ahora tenemos otro héroe, llamado Supersánchez, residente en el Palacio de La Moncloa, cuyas hazañas, en contraste con su colega, no tienen demasiada gracia. Más bien lo contrario.

Y parece que ahora las cosas le están saliendo mal. Quizá peor que nunca. Baste ver la crisis diplomática que ha provocado con su visita a Israel, que ha derivado en que Tel Aviv llamara a consultas a nuestra embajadora para “una dura conversación de reprimenda”.

Hamás, una de las más conocidas organizaciones terroristas, ha “agradecido” al presidente del Gobierno su “postura clara y audaz”. Es lo que pasa por haberse asociado con partidos políticos de izquierda extrema como los que integran Sumar, y por tratar de complacerles.

Pero es que, además, sus últimos movimientos, pactando con el independentismo más radical para mantenerse en el poder, le empiezan a pasar un costosa factura personal, no solo en España, sino también, y eso es novedad, fuera de nuestro país. 

Le están llamando de todo. Una revista norteamericana minoritaria, The American Spectator, ha llegado a calificarle como “dictador de extrema izquierda”, afirmando que es un peligro para Europa.

Periódicos alemanes prestigiosos como Die Welt y el Frankfurter Allgemeine Zeitung han dedicado artículos o columnas criticando a Sánchez, diciendo, entre otras cosas, que "tiene un ego desmesurado".

El argentino Clarín llevó a titulares estas denuncias de españoles: “Ha engañado a todo el mundo, no tiene derecho a presidir”.

Financial Times afirmó que Sánchez, merced a su acuerdo con los independentistas, “amenaza el imperio de la ley”, y advirtió de las consecuencias negativas “tanto para España como para la defensa de la democracia en el resto de Europa”. Según The Guardián, “el acuerdo de Sánchez para asumir el poder socava la democracia”.

 

Y así otros muchos medios internacionales, en su mayoría poco sospechosos..

Le Monde, en un editorial, escribe que, al pactar con un partido que él mismo ha denunciado como un socio poco fiable, Sánchez corre el riesgo de perder la credibilidad política que le quedaba. Tratar de mantenerse en el poder sin una mayoría clara siempre tiene un costo político, pero el que paga Sánchez es probable que resulte exorbitante.

El compromiso con los separatistas catalanes -sigue el diario francés- va a polarizar un poco más España, sin asegurar su estabilidad política. La ley de amnistía, negociada en el más absoluto secreto, ha escandalizado aún más porque, poco antes de las elecciones, Sánchez prometió lo contrario.

El acuerdo con Junts -concluye- da prioridad a una desvergonzada reescritura de la historia y a concesiones que difícilmente reconciliarán a las dos partes. Existe un riesgo exacerbado de división del país. La apuesta de Sánchez contribuye a fortalecer la extrema derecha que dice combatir.

Como se ve, por lo ya dicho, la imagen exterior del presidente del Gobierno ha quedado dañada. Pero también la del propio país, vistas las incertidumbres que generan sus concesiones al independentismo catalán, y también por la inestabilidad que se pronostica como resultado del confuso conglomerado de partidos que integran la actual mayoría.

Para que no faltara nada, por ahí fuera están hablando de nosotros, de lo que ocurre aquí. El miércoles, el Parlamento Europeo debatió sobre la situación de España y las amenazas que la cercan, centradas, más precisamente, en la ley de amnistía pactada con Junts.

Israel, la prensa internacional, el Parlamento Europeo... No cabe duda: el colega de Superlópez, o sea, Supersánchez, se la está pegando bien pegada.

Pero, como escribí recientemente, aquí, dentro, aquí no pasa nada.

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