José Apezarena

Todos somos Nicolás Redondo

Isabel Díaz Ayuso, en un acto con Joaquín Leguina y Nicolás Redondo.
COMUNIDAD DE MADRID
19/4/2021
Nicolás Redondo y Joaquín Leguina, en un acto con Isabel Díaz Ayuso

Corría el año 1974, el PSOE, que lideraba en el exilio Rodolfo Llopis, volvía a celebrar su congreso en Suresnes (Francia), reuniendo a los viejos militantes que habían abandonado España tras la guerra civil.

Hasta allí viajaron los jóvenes del interior, integrantes del llamado PSOE Renovado, decididos a acabar con la ambigüedad de los dos partidos y con el exilio. Los lideraban un vasco y un andaluz: Nicolás  Redondo Urbieta y Felipe González. El primero tenía todas las opciones, pero rehusó el ofrecimiento de la secretaría general, y el cargo recayó en Felipe González.

Redondo Urbieta nació en Baracaldo, hijo de un destacado dirigente socialista y uno de los primeros concejales del PSOE en Vizcaya, que había sido condenado a muerte tras la guerra civil aunque la pena le fue conmutada por 30 años de cárcel.

Con 18 años, en 1945 se afilió al PSOE y a la UGT. Procesado durante el franquismo por actividades políticas y sindicales, en 1967 fue desterrado a Las Hurdes junto a los históricos Ramón Rubial y Eduardo López Albizu.

Tras Suresnes, Redondo Urbieta fue elegido en 1976 secretario general de UGT, que durante su mandato se consolidó como sindicato más representativo junto a Comisiones Obreras. Se mostró crítico con las políticas de reconversión industrial que promovió el gobierno socialista, y en particular con el ministro Carlos Solchaga, al que acusó de pretender “expansionar la economía a costa de los trabajadores”.

Diputado por Vizcaya desde 1977, en 1987, tras haber votado en contra de los Presupuestos del Estado para 1988, renunció al escaño con el fin de mostrar su desacuerdo con la política del gobierno de Felipe González.​ Junto a Comisiones Obreras, convocó la huelga general del 14 de diciembre de 1988, que tuvo un éxito aplastante, y promovió dos huelgas generales más con el gobierno socialista, en junio de 1992 y enero de 1994.

Un voto en contra de los Presupuestos, tres huelgas frente al gobierno socialista, y a nadie se le ocurrió plantearse echarle del partido.

En abril de 1994 dejó la secretaría general de UGT y se retiró de toda actividad política y sindical. Tras una vida discreta, falleció en Madrid en enero de 2023, a los 95 años. Por supuesto, nada que ver con los sindicalistas de los ERE´s, de las mariscadas y los langostinos.

Y de tal palo tal asilla. Con 8 años, su hijo Nicolás Redondo Terreros marchó a Las Hurdes para estar con el padre desterrado. Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, comenzó su carrera política cuando, con 17 años, en 1975 se afilió a las Juventudes Socialistas.

 

Secretario general del Partido Socialista de Euskadi entre 1997 y 2002, en 1998 fue candidato a lendakari tras superar a Rosa Díez en las primarias. En julio de 2000 fue nombrado secretario de Relaciones Institucionales del PSOE, en el congreso en el que Rodríguez Zapatero resultó elegido secretario general.

Sus abiertas discrepancias el PSE-PSOE lo llevaron en 2001 a dimitir de todos los cargos. Ese año fue nombrado presidente de la Fundación para la Libertad. Discrepó de la línea del PSOE a nivel nacional, pero se negó a seguir a otros ex dirigentes del PSE-EE en la fundación de UPyD (como Rosa Díez, Aurelio Arteta y Fernando Savater) o en su acercamiento al PP (Gotzone Mora y Edurne Uriarte).

En 2002, Nicolás Redondo Terreros renunció a la reelección como secretario general del PSE-EE, y a partir de entonces compaginó la actividad en la Fundación para la Libertad con su profesión como abogado y consejero de FCC. En 2019 firmó una declaración, con otros políticos, como Francesc de Carreras y César Antonio Molina, para que, tras las elecciones de noviembre, se alcanzase un acuerdo de gobierno entre las fuerzas "constitucionalistas", que no llegó a producirse.

Se posicionó totalmente en contra de la reforma del delito de sedición, y ahora contra la amnistía a los secesionistas. Y acaba de ser expulsado del PSOE, acusado de “reiterado menosprecio a las siglas” del partido.

La decisión de Pedro Sánchez se convierte en una prueba manifiesta de la debilidad del presidente, necesitado de pactar con Junts lo que sea para intentar ser investido.

Sánchez es capaz de expulsarnos a todos. Ya lo está haciendo desde hace tiempo.

Si se celebran a corto plazo elecciones, la represalia contra Nicolás Redondo no le va a dar muchos votos a Sánchez. Todo lo contrario.

editor@elconfidencialdigital.es

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