José Apezarena

Verdades amargas sobre Cataluña

Ayuntamiento de Bellpuig con la estelada independentista.
Ayuntamiento de Bellpuig con la estelada independentista.

Los nacionalismos siempre han intentado servirse de la exageración, la invención, la tergiversación y, por supuesto, la mentira, para intentar fundamentar sus reivindicaciones y darles un contenido verosímil.

Uno de los pilares más habituales ha consistido en inventar sin más la historia, construyendo relatos falsos, con los que sin embargo calentar la cabeza al personal, convenciéndoles de lo que no son ni han sido nunca.

En España, los nacionalismos implantados en el País Vasco y Cataluña se han mostrado maestros en la tarea de inventar. Y a estas altura resulta ya altamente complicado, cuando no imposible, restablecer la verdad histórica. A pesar de lo cual no habría que dejar de intentarlo, por aquello de que la verdad es la verdad y mil mentiras juntas no conseguirán cambiarla.

Henry Kamen es un muy acreditado hispanista, que escribió una magnífica biografía sobre Felipe II, autor de numerosos libros, y que ahora acaba de publicar ‘La invención de España’, donde lanza afirmaciones llamativas, y hasta escandalosas, como que en realidad la Reconquista nunca existió. Y otras de ese estilo.

Su biografía resulta apasionante. Nació en Asia, viajó con Gandhi en el mismo tren durante su niñez, se educó en Oxford, ha enseñado en Inglaterra y EEUU, vivió en Rusia (donde se hizo amigo del médico de Stalin), se casó con una “catalana 101%”, y ahora investiga para el CSIC en Barcelona. Se siente socialista y muy catalán, aunque en su pueblo del Penedés aún le llaman “el inglés”.

En una magnífica entrevista publicada por La Vanguardia afirma que “los Borbones, tras vencer en 1741, enriquecieron a Cataluña”. Ahí es nada. Antes, lanza afirmaciones llamativas como las siguientes:

-España también ha sufrido el intento de ser reducida a Castilla.

-Se ha idealizado la convivencia de árabes, judíos y cristianos en España. A lo largo de diez siglos, hubo periodos en que llegaron a convivir hasta en las mismas casas y a casarse entre ellos, pero también hubo otros de guerra y hostilidad.

-El imperio español no fue tan imperio ni tan español. Como muchos otros, no fue impuesto sino compuesto y consentido. Los holandeses, por ejemplo, cooperaron activamente en muchas etapas porque les beneficiaba más que les sojuzgaba.

 

-Era un imperio de una dinastía: no de una nación, porque es que tampoco había naciones Estado como las entendemos hoy. Y de él formaban parte súbditos de muchos territorios.

-Hubo Inquisición en toda la Europa católica. La tuvieron Francia, Inglaterra y Países Bajos. Y la de España tampoco fue tan sanguinaria.

-Es poco probable que hasta 1520 ejecutara a más de 2.000 personas. En cambio, sólo en los Países Bajos, entre 1523 y 1566, se ejecutaron 1.300. Y en el siglo XVI, ejecutó a más condenados fuera que dentro de España.

-Los inquisidores tuvieron poco predicamento. En Barcelona se quejaron de que las autoridades que no acudían a sus autos de fe. El propio Felipe II sólo presenció tres en su vida.

A propósito de la cuestión catalana, Henry Kamen ofrece una serie de afirmaciones muy amargas para el independentismo catalán, que vale la pena resumir.

-Decir que la guerra de Sucesión supuso la ocupación española de Cataluña “es una falsedad histórica con la que se pretende obtener un provecho político muy actual”.

-El decreto de Nueva Planta supuso la imposición del control militar del Mediterráneo para servir a los intereses de la dinastía borbónica. La inversión militar enriqueció a Cataluña y propició su despegue económico posterior.

-Cataluña era más pobre que Castilla. Esa inversión inicial de los borbones ayudó a su despegue y prosperidad.

-La guerra de Sucesión fue una guerra civil, iniciada principalmente por los intereses de la corona británica, que ocupó Barcelona para convertirla en su base naval y controlar Gibraltar y las Baleares.

-En el caso de Cataluña se ha hablado de nación, pero ese concepto no sirve.

-Hay ayuntamientos donde se prohibió la señera para poner esteladas. Por ejemplo, en Vilafranca del Penedés. Para muchos ayuntamientos no había más que una Cataluña y sólo era la suya, la independentista, la de la estelada.

-El independentismo no existe. Hay independentistas, sí, pero el independentismo catalán no tiene doctrina ni ideología. Quienes defienden la independencia “no tienen un proyecto compartido de país ni un argumentario unificado para defenderlo”, como sí tenía el independentismo irlandés desde sus orígenes.

-Por eso están divididos. “La falta de doctrina y de propósitos claros es uno de las grandes carencias del independentismo catalán”.

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