Empresarios que sólo quieren echar obreros

Uno de los discursos que con más insistencia se escucha en los ámbitos de la izquierda es que se ha desatado ahora una brutal campaña contra los sindicatos.

Así valoran las crecientes denuncias de seguidismo a los partidos (singularmente al PSOE), las informaciones sobre el tren de vida de algunos de sus dirigentes nacionales (vacaciones en cruceros y hoteles de lujo), los datos sobre cientos de miles de liberados, sobre sueldos millonarios de sindicalistas por pertenecer a consejos de administración…

Y sobre todo les preocupa el juicio global que se ha ido implantando entre la población sobre la inutilidad de los sindicatos, a los que se ve incluso como una rémora para modernizar este país.

En mi opinión, la crítica no va contra el sindicalismo como tal, que está reconocido en la Constitución y tiene su papel en un sistema de relaciones laborales moderno, sino contra ‘estos’ sindicatos. Me refiero a las dos grandes fuerzas, UGT y Comisiones Obreras.

Dicho lo cual, tal arremetida se queda francamente corta si se compara con las descalificaciones globales que, desde esa misma izquierda, se lanzan contra el empresariado en general y contra los empresarios en particular.

Al hilo de los ataques a la reforma laboral propuesta por Rajoy, la principal crítica de esos sindicatos y de los partidos de izquierda es que los obreros van a quedar absolutamente a merced de los empresarios. Y unos empresarios perversos, inmisericordes, malvados, cuya única idea es enviar al paro a todos los obreros que puedan.

Son, sin duda, análisis demasiado elementales, ajenos a la realidad, propios del siglo XIX. Que es donde se han quedado algunos.

Por supuesto que puede haber empresarios aviesos, y los hay. Pero, en general, quien se anima a serlo, pone en juego sus bienes y dedica a ello todas sus capacidades, con una idea muy simple: crear empresas solventes, útiles y rentables.

Y demonizarlos constituye una de las peores ideas posibles. Porque esos seres malignos, empecinados sólo en echar a la calle obreros, han de ser quienes saquen este país del hoyo. Y si no lo hacen ellos, no lo hará nadie. O sea que…

 
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