De butades y cochinadas
No sé si Águeda Bañón pasará a la historia por el trabajo que realice como directora de comunicación del Ayuntamiento de Barcelona, que es el cargo que ostenta, y por cierto sustentado por las arcas municipales.
De lo que sí estoy convencido es de que esas fotografías suyas, una de ellas orinando en la vía pública, quedarán en la retina de muchos ciudadanos, sobre todo barceloneses, que seguramente se habrán avergonzado no poco.
Que una persona decida usar o no bragas entra en los ámbitos de la libre elección, y en eso nada hay que decir. Pero proceder a una deposición en plena vía pública, además de contravenir las normativas municipales (en Barcelona, las ordenanzas lo castigan con multa de 375 euros) constituye una falta de respeto para el resto de usuarios y viandantes. Pero sobre todo es una cochinada.
Y encima, no solamente se fotografió y exhibe las imágenes, sino que no se arrepiente del atropello. Al contrario, se muestra orgullosa de ese detalle de aliviarse en la vía pública. Lo acaba de declarar en entrevista a un diario madrileño.
Algo está pasando, bastante anormal, con los concejales surgidos de los últimas elecciones municipales.
Resulta que un edil madrileño, llamado Zapata, ha saltado a la fama por las burlas, escritas en Twitter, sobre las víctimas del terrorismo, del holocausto... Y dice que es humor negro.
Siguiendo en la capital de España, la portavoz municipal, llamada Rita Maestre, ha sido imputada por participar en el asalto a una capilla católica, con pechos al aire y gritos de "Arderéis como en el treinta y seis". Y esto ya no es humor negro, son amenazas violentas.
Solamente cito algunos de los sucesos más notorios y conocidos, porque existen otros episodios estrambóticos protagonizados por los nuevos cargos autonómicos y locales. Demasiadas butades, me parece a mí.
Así que no puedo menos de preguntarme: ¿De dónde han salido estos personajillos? ¿Quién y cómo los ha seleccionado? ¿Ese es el nivel cultural y convivencial que pretenden implantar entre los españoles, en el país?
En fin, ¿nos merecemos estos políticos?
Por lo visto sí, porque les hemos (les han) votado.
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