Yo pasteleo, tú pasteleas... ellos pastelean
El acuerdo a que han llegado cinco partidos para designar a los miembros del nuevo Consejo General del Poder Judicial constituye un monumento al pasteleo.
Que los responsables de esas formaciones políticas negocien bajo cuerda, y finalmente pacten, la cuota de poder que cada uno tendrá en el órgano de gobierno de los jueces apesta a contubernio interesado.
En ese reparto han participado, por supuesto, los dos grandes partidos, PP y PSOE. Los socialistas, tapándose con los dedos la nariz a sus propias posiciones, porque se habían comprometido a no acordar nada con este Gobierno. Pero también aparecen las dos formaciones nacionalistas más conocidas, CiU y PNV, que -se les entiende- nunca pierden la ocasión de sacar alguna ventaja, y un quinto socio algo más sorprendente: Izquierda Unida.
Respecto a IU, la perplejidad es mayor, por cuanto alguien podía esperar de un partido de izquierda radical un asomo de pudor, y que no entrara en un cabildeo que echa por los suelos la credibilidad en los políticos, pero sobre todo que destroza el ya reducido crédito que le queda a la justicia como tal.
A la negociación bajo cuerda seguirá ahora el paripé de un debate y una votación parlamentaria que a su vez menoscaba la imagen del Parlamento, de nuevo sometido servilmente al dictado de los aparatos de los partidos, sin opinión propia, sin voz, pero mucho más aún sin voto. O con voto sojuzgado y cautivo, que es peor.
Conjugando a coro el verbo pastelear, los cinco que han maquinado ese acuerdo han prestado un muy flaco favor a la respetabilidad de los políticos. Y flaquísimo a la credibilidad de la justicia. Con la falta que le hace a este país confiar al menos en los tribunales...
