Javier Fumero

Carmena penaliza a los pobres para no contaminar

Mientras todo el mundo analiza hoy los datos de la última encuesta del CIS, yo voy a hablar de incongruencias. Porque incongruente me parece lo que está haciendo Manuela Carmena en Madrid para evitar la contaminación. Incongruente con su ideología, teóricamente cercana al más débil, al menos pudiente.

Por tercera vez en tres semanas, el Ayuntamiento de Madrid ha restringido el tráfico este viernes en el centro de la ciudad. Los conductores no han podido aparcar los últimos dos días entre las 9 y las 21:00 horas en las zonas reguladas por parquímetros (franjas azules y verdes) si no son residentes.

El Ayuntamiento ha tomado la decisión después de que varias estaciones de la red de medición, superaran los 200 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico cuatro días consecutivos. Se mantiene, además, la limitación máxima de velocidad a 70 kilómetros por hora en la M-30 y en las vías de acceso a la capital.

Esto de velar por el medioambiente me parece maravilloso. Me gusta esta sensibilidad creciente hacia el cuidado del planeta, de los seres vivos, de los recursos naturales cada vez más escasos. Comparto esta preocupación con cualquier partido político que lo defienda.

Pero hay que buscar soluciones justas. Y esta que ha adoptado Carmena no lo es.

Restringir el tráfico afecta, sobre todo, al que no tiene dinero. Ese lo tiene crudo para moverse por la ciudad, para acudir al trabajo, para llevar y recoger a los niños del colegio. Menuda odisea han tenido que pasar en las últimas horas.

El que tiene dinero, sin embargo, se mueve en taxi sin pestañear. También puede alquilar un vehículo con chófer para las gestiones del día porque le sobran los recursos. O recurre a un parking de pago, porque también lo puede pagar. No hay problema.

Lo mismo sucede con esa otra opción que se acaba de poner sobre la mesa: no sólo estará prohibido aparcar dentro de la ‘almendra’ de la M-30; sólo se permitirá, de forma alterna por días, la circulación de coches con matrículas pares o impares.

Esta solución supone también un agravio para los menos pudientes. Son los ricos quienes disponen de dos y hasta tres vehículos en su parque móvil. Si tienen un poco de suerte con las matrículas, podrán sortear la medida utilizando los automóviles que no estén penalizados. Los pobres quedarán de nuevo como los paganos de esta historia.

 

Como se puede comprobar, los que no son casta también terminan perdiendo la perspectiva y cayendo en incongruencias. Al final, el esfuerzo recae sobre el mismo: el que no tiene, el último de la fila, el modesto trabajador que no tiene lobby que lo represente. No me parece bien.

Más en twitter: @javierfumero

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