Consumada la traición de Cebrián a la familia Polanco

El pasado viernes, se consumó en el Grupo Prisa una operación de gran calado: la traición de Juan Luis Cebrián a la familia Polanco, aquellos que –liderados por don Jesús- le auparon en su día al puesto de consejero delegado y le ofrecieron en bandeja el acceso al puesto de mando de la organización.

Juan Luis Cebrián ha cambiado de opinión de forma repentina o ha engañado a propios y extraños. Hace dos años manifestó abiertamente su intención de retirarse, de dar un paso atrás, de pasar a un segundo plano dejando el testigo a otro gestor.

Sólo pidió tiempo para cumplir una última misión: quería sanear la compañía, arreglar el destrozo provocado por aquella locura que fue la recompra de Sogecable, una operación que endeudó a la empresa hasta poner en riesgo su misma supervivencia. Entonces, abandonaría el “día a día”. Así lo manifestó a personas de su entorno y a eso se puso.

Hay quien asegura que el primer motivo que llevó a Cebrián a tomarse con calma lo de su retirada fue comprobar que Manuel e Ignacio Polanco no tenían la fuerza y el empuje de su padre. Cebrián decidió entonces mantenerse un poco más en su puesto.

Después llegaron los inversores de Liberty Acquisition Holdings Corp. El desembarco de los accionistas americanos volvió a poner sobre la mesa el futuro de Cebrián. En una entrevista al periódico The Guardian manifestó entonces –otoño de 2010- que su salida del Grupo Prisa ya estaba pactada con los accionistas. Se produciría nada más completarse la entrada de Liberty en el grupo español.

Según este acuerdo, Cebrián debía pilotar una parte del giro estratégico que debía dar la compañía. Cumplida esa nueva misión (otra más), se iría. Fue entonces cuando declaró aquello de ““el final del cambio es cambiarme a mí; ese es el pacto”.

Visto lo visto, ya se puede decir que uno de los encargos que le hizo a Cebrián el inversor Nicolas Berggruen fue el de limpiar la casa. No se le llamó así, claro. Se habló de “profesionalizar” la compañía. Es decir, Cebrián debía reconvertir una empresa familiar plagada de amiguetes en una organización competitiva.

Y Cebrián se puso manos a la obra… hasta el pasado viernes, que consumó la maniobra desplazando a Ignacio Polanco de la presidencia del Grupo Prisa para situarse él en ese puesto y nombrando a Fernando Abril-Martorell único consejero delegado de la compañía.

Por el camino han quedado importantes damnificados, personas muy próximas a Jesús Polanco: Pancho Pérez González, Emiliano Martínez, José Buenaventura Terceiro, Ramón Mendoza Solano (hijo del ex presidente del Real Madrid), Adolfo Valero Cascante o Alfonso López Casas, casado con la fallecida Isabel Polanco, hija del fundador y una de las pocas personas que era capaz de hacerle frente abiertamente a Cebrián.

 

Más en twitter: @javierfumero

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