Economía colaborativa: el premio está en compartir

Me parece interesantísimo este nuevo fenómeno que se ha venido a llamar “economía colaborativa”. Para muchos significa trabajo precario, inestable y sin protección social pero a un servidor le gusta la frescura que subyace en el fondo de este movimiento nacido gracias a la popularización de Internet y los dispositivos móviles.

Me gusta que cuatro personas que deben viajar a una misma ciudad, se pongan de acuerdo, compartan coche y ahorren gastos. Me gusta que alguien que busca un apartamento en alquiler donde disfrutar las vacaciones, elimine intermediarios y encuentre a una familia que cede la casa que no va a utilizar durante quince días.

Todo esto me parece algo… muy democrático, transversal, flexible, adecuado a estos nuevos tiempos.

Las posibilidades son enormes. Desde una plataforma que permita el alquiler de productos entre personas que se encuentran en una misma zona (un taladro, una segadora, un grupo electrógeno), hasta una aplicación que facilite el uso de espacios de trabajo de cualquier tipo cuando otras empresas o profesionales no los estén usando.

O comunidades online de turistas que contraten por su cuenta a guías locales que mejoren la experiencia del viaje. O una red que permita compartir guardamuebles entre particulares de una misma ciudad.

Insisto. El modelo aún debe perfeccionarse para evitar las corruptelas, la precarización del empleo y los abusos. Pero la nueva propuesta ha roto con una mercado laboral anquilosado, viejo y estrecho.

Algunos analistas van más allá e insisten en que Airbnb, Uber o BlaBlaCar no sólo son un sistema para ahorrar costes sino una revolución de fondo sobre el concepto de propiedad individual. Es para pensarlo.

El lema de la Lotería Nacional asegura que “el premio está en compartir”. Hay gente que no puede disponer de bienes, viajes, opciones… a menos que sea compartiendo. Eso no puede ser malo.

Más en twitter: @javierfumero