Así trabaja la Cadena SER

Ya sé que hace unos días dejé claro que no es costumbre dedicar esta modesta tribuna a cuestiones internas ni asuntos periodísticos particulares. En aquella ocasión me salté la norma para hablar de dos periodistas del diario As. Y hoy vuelvo a hacerlo para referir un suceso relacionado con la Cadena SER.

Lo hago porque me parece higiénico que se sepa cómo trabaja cada uno. Legítimamente, por supuesto. Con libertad. Pero siendo conscientes de que los comportamientos retratan a personas y empresas.

Hace unos días, nos llegó la onda de que la Cadena SER iba a llevar a cabo un cambio estratégico en la cúpula de la radio. Prisa recuperaba el puesto de director, que se había decidido amortizar tras la marcha de Daniel Anido, ascendiendo a Antonio Hernández Rodicio. El nuevo director de informativos sería Rafael de Miguel.

Pues bien. Nos pusimos a trabajar para confirmar la noticia. Elemental nos pareció llamar a la compañía. Lo hicimos por dos vías. Contactamos con la secretaria de Hernández Rodicio y le transmitimos la información que estábamos trabajando. Necesitábamos hablar con Antonio.

Hablamos también con Marisol Álvarez, responsable de comunicación de la Cadena SER. Tomó nota, aseguró que iba a preguntar y ahí quedó la cosa. No respondieron.

Afortunadamente, El Confidencial Digital logró confirmar extra oficialmente la noticia, por otros medios, y lo publicó en su edición de este miércoles. Seis horas después, la Cadena SER desvelaba en antena el nombramiento de los nuevos directivos.

Es decir, un periodista llama para no equivocarse, para contrastar, para velar por la veracidad de una información que –en caso de no ser cierta, perjudicaría a una compañía- y la reacción es intentar reventarle la exclusiva por vía oficial.

Quizá la clave de todo esto haya que buscarla en el trabajo que lleva realizando El Confidencial Digital desde hace años, adelantando los cambios y relevos que se han producido en el vértice de la Cadena SER.

Puedo entender que a nadie le guste que le radien una crisis. Pero el Grupo Prisa debería aceptar las reglas del juego. Debería entender que su propia compañía no está por encima del bien y del mal: es también objeto de atención informativa.

 

Este confidencial se dedica, simple y llanamente, a cumplir con su deber: adelantar a sus lectores noticias relevantes, contrastadas y confirmadas hasta el extremo, y elaboradas siguiendo las normas básicas del periodismo.

Conclusión. Me temo que la reacción de la Cadena SER proviene de un deseo imposible (muy del gusto, por cierto, de todo aquel que sienta especial aversión a la transparencia, al aire limpio, a la luz y a los taquígrafos): para el Grupo Prisa su vida sería mucho más placentera si no existieran los confidenciales. Eso también lo entiendo.

Pero quienes se dedican a informar deberían ser los primeros interesados en que se informe bien. Con más razón si se trata de noticias sobre tu propia casa. Sin embargo, con este comportamiento no animan mucho a que los periodistas les llamen en un futuro para evitar errores. Flaco favor, por tanto, hacen al periodismo y se hacen a sí mismos. Al menos, esa es mi opinión.

Más en twitter: @javierfumero

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