Rajoy cava su tumba

            Ayer se consumó el engaño: un día muy triste, el 23 de septiembre de 2014, para la democracia española. Rajoy confirmó que se retira la ley de reforma del aborto, invocando sensatez y consenso. Muy pobre justificación para intentar justificar lo injustificable, desde muchos puntos de vista.

            El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, dimitió, pues no tenía otra salida,  ya que ha estado tres años reafirmando el compromiso electoral del PP para reformar el aborto.

            Un día muy negro para la democracia, porque el primer derecho de un ser humano, el derecho del concebido a nacer, se conculca, pese a que figuraba con claridad en el programa electoral del PP. Fallando en una cuestión tan importante, Rajoy ha perdido toda la credibilidad para quienes votaron al PP con este punto programático como uno de los principales motivos para votarle. ¿Por qué van a pensar sus votantes que no les volverá a engañar en cuestiones cruciales?

            No sé si duerme tranquilo Rajoy estos días, pero no debiera, porque ha sido inmoral su decisión, y muy grave. Más aún: con esta decisión, Rajoy puede pensar que gana votos, pero ha de tener la seguridad que muchos no votarán al PP mientras él esté al frente, porque un puñado de votos le han llevado a claudicar, y tal vez ni siquiera en eso acierte.

            El PP tiene miedo a la abstención en sus otrora votantes, como el principal enemigo en las elecciones autonómicas, municipales y generales que se celebrarán en 2015. Tiene razón en ese temor, pero es que ahora va a haber una parte de sus votantes que ya han decidido desde ayer no volver a votar al PP por su engaño sobre el aborto, al menos mientras esté al frente Rajoy. Algunos puede que voten a Vox, pero otros se abstendrán: mérito de Rajoy.

            Tal vez Rajoy tiene ya decidido hace tiempo no presentarse a la reelección en 2015, pero en todo caso a partir de ahora tiene un serio motivo para no hacerlo, por la pérdida de confianza que ha generado con el aborto en una parte considerable de los votantes del PP. Insisto: no sé si  la mayoría de los votantes del PP está indignada con Rajoy, pero sí una parte importante con la que logró la mayoría absoluta. Y no hay que desechar lo que ha pronosticado Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia – secretario de Estado con Aznar-, sobre el batacazo electoral que puede suponerle al PP la decisión de Rajoy sobre el aborto.

              Rajoy ha invocado sensatez y consenso para aparcar la ley. Asombroso, demagógico y bananero, porque el consenso lo tuvo en 2011 por mayoría absoluta para reformar la ley de Zapatero. En la tarea de gobierno se puede rectificar cuando hay elementos aleatorios que lo aconsejan, pero no en un derecho humano como la vida. Lo contrario no es sensatez, sino puro electoralismo y pérdida de la dignidad política y moral.

              Rajoy, desde el día 23 de septiembre de 2014, ha empezado a cavar su fosa política. Y la del PP. En todo caso, más vale perder unas elecciones con dignidad política y moral que ganarlas con ignominia. Los votos no justifican la bajeza política y moral.

 
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