Javier Fumero

Lo que faltaba: la vieja del visillo

Aplausos a todo el personal sanitario de España
Aplausos a todo el personal sanitario de España

Empecé a escuchar sobre el fenómeno hace unos días, al leer varios comentarios por las redes. Resulta que algunos espabilados se están dedicando a tirar huevos y lanzar imprecaciones sobre transeúntes que pasan estos días bajo sus balcones.

En bastantes casos, las protestas han surgido de familiares y amigos de esas personas que han sido vejadas. No son caraduras que se saltan el confinamiento a la ligera.  Son sanitarios, cajeros y reponedores de supermercados que se dirigen al trabajo. O discapacitados que necesitan salir de casa a pasear por prescripción médica.

Me llamó la atención ese afán tan español de prejuzgar, de convertirnos en autoridad autoproclamada para repartir salvoconductos. Qué manía con meternos en la vida de los demás sin respetar su legítima libertad.

En esas estaba… cuando me he encontrado con el culmen del atropello. Fíjense bien en el cartelito que alguien dejó pegado en la zona común de un edificio en Asturias. Dice textualmente así:

-- “Queridos vecinos: La vecina del 2ºB y los del 4ºC nunca salen al balcón al aplauso a los médicos a las 8 pese a estar siempre enfermos haciendo uso de la sanidad. Sin embargo cada día salen con el perro hasta 4 y 5 veces y algunas veces tardan más de 20 minutos en volver recorriendo todo Oviedo.

Propongo que todos llamemos a la policía cada vez que salga alguien de estos pisos con el perro o sin justificación para que les sancionen y aprendan a respetar a los miles de médicos y policías que están muriendo por nuestro país ahí fuera. ¡¡Qué menos que aplaudirles cada noche!! ¡Gracias a todos los que cumplen!”.

¿Qué les parece? Es alucinante. Increíble. La auténtica ‘vieja del visillo’ que inmortalizó de forma genial José Mota como esa metomentodo curiosona, correveidile y avasalladora.

Hay algunos detalles de esta nota que producen escalofríos. La escribe alguien que lleva cumplida cuenta de los vecinos que salen al balcón para aplaudir, pero también de las veces que bajan con el perro a la calle. Para concluir eso hay que deducir que se pasa todo el día en la ventana, ¿no?

Parece que sí. Porque incluye el dato preciso del tiempo que los furtivos tardan en regresar a sus casas. Un dato promedio, entiendo. Es decir, basado en las idas y venidas de varios días. Es un espionaje de los buenos, vamos. Nada de aficionados.

Lo que no acierto a entender es cómo, si el espía permanece detrás de las cortinas todo el día, logra concluir que sus díscolos compañeros recorren en sus salidas “todo Oviedo”. Sólo hay una opción: quizás esta panda de viejas del visillo formen un gran conglomerado, una especie de lobby del chisme, una red de ‘policías del balcón’. Chivatos distribuidos por toda la ciudad, conectados entre sí mediante walki talkies, para compartir información relevante durante la jornada.

 

Deberían hacérselo mirar.

Más en twitter: @javierfumero

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