Cada ingrediente cuenta

Le pregunté qué pasaba: “me encanta cuando se hacen las cosas con mimo”. El vaso adecuado, impregnar el borde con limón, cada hielo uno a uno, el tipo de tónica y de ginebra, cómo se remueve… y así un mimoso ritual.

Como bien saben los que cocinan o los que pintan o los investigadores o los obreros que preparan la mezcla, cada ingrediente cuenta. Cada detalle tiene su valor. En este mes de julio raro, de recortes económicos y expansión de la queja, de subidas de impuestos y bajada de esperanza, cada persona tiene su valor. Cada detalle cuenta.

Que tú actúes no es indiferente, no da igual. Tú eres capaz de hacer algo, de aportar tu ingrediente. Aquí no sobra nadie. No es momento de exiliarse ni encapsularse. Tú tienes un valor que aportar.

Un taxista me contó que desde hace años, cada noche, escribe en un cuaderno sobre la persona que ese día le ha dejado una impresión particular y estimulante, sobre el cliente que le ha hecho pensar en cómo ser mejor ese día, gracias al tiempo compartido con él en un simple traslado por las calles de Madrid.

Sabiduría a pie de calle que ya explicaba Ortega: “Al separarnos de cierta persona con quien hemos conversado un buen rato nos sentimos tonificados. Y no porque aquella persona sea muy inteligente, ni porque se haya mostrado bondadosa. Sin embargo, salimos del trato con ella como refrescados, llenos de confianza en nosotros mismos, optimistas, saturados de impulsos y plenitud, con una firme fe en la existencia”.

Entré a comprar unos quesos para una comida familiar. En la puerta un hombre negro con “La farola” en la mano me sonríe. Al salir sólo me queda una moneda de 10 céntimos. Con un poco de vergüenza se la doy: “perdona, es muy poco”. La mira. Me mira. Sonríe: “no, no, no es muy poco, esto es mucho para mí”.

Me acordé de otro a quien le di 50 céntimos y me “regañó” porque él quería un euro. Personas diferentes que también Ortega encontraba: “Mas hay otras personas cuya proximidad, por breve que sea, nos deja maltrechos y extenuados, llenos de desconfianza y como si la existencia hubiese cobrado un agrio sabor. Al separarnos de ellas somos menos que antes y, por así decirlo, hemos perdido calorías”.

Tú, ¿revitalizas o desvitalizas? “Y es que, en efecto, hay dos clases de seres: unos, dotados de vitalidad rebosante, que se mantiene siempre en superávit; otros, de vitalidad insuficiente, siempre en déficit. El exceso de aquellos nos contamina favorablemente, nos corrobora y nos nutre; el defecto de éstos nos deprime y mengua

Este tiempo difícil puede ser una gran oportunidad para vivir presente y no perderte lo mejor. Empieza por ti. Trata contigo de forma que salgas refrescado y optimista. No va a venir nadie a rescatarte ni a comprar tu deuda. Cada instante que pierdas quejándote, tu prima de riesgo aumentará, crecerá la creencia de que no puedes y pensarás que no sabes y al final chillarás, creyendo que es un ejercicio de tu libertad, que no quieres.

 

Pero sí quieres. Además tienes la experiencia de haber superado otros episodios peores. Si no te acuerdas de ellos pregunta a los que te quieren. Sal a cenar con tus ideales y pregúntale a tu corazón. Volverás con una firme fe en la existencia.

Un barman, un mendigo en la puerta de una tienda, un taxista. Tienes personas cerca cada día. Y otras más cerca todavía. Déjate influir. Valora esos 10 céntimos que te dan en el mimoso ritual cotidiano que evita la rutina. Revitalizado y tonificado. Cada ingrediente cuenta. Cuenta contigo. Contamos contigo.

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato