Una Olimpiada para salvar la debacle del PSC en Cataluña

La delicada situación del PSOE, que continúa perdiendo posiciones en las encuestas, inquieta, y mucho en el partido, como ya se ha comentado. Con el agravante, inesperado, de que ahora el que “resta” es Zapatero, convertido en una rémora electoral.

Pero lo que asusta no son las generales, con considerarlas importantes. Lo que sobre todo tiene de los nervios a los dirigentes socialistas son las citas previas: las catalanas de este 2010, y más aún las autonómicas y municipales del año próximo. Temen ser poco menos que barridos, y ello “por culpa de Zapatero”.

En esos ámbitos regionales y locales se juegan muchísimo, personalmente, cientos y aun miles de cargos del PSOE, a los que lo que ocurra en las urnas les repercutirá en su estatus, pero sobre todo en el bolsillo. Muchos cargos autonómicos y municipales pueden quedarse en la calle. Y eso son palabras mayores, porque en la calle, en estos tiempos, hace mucho frío.

Los primeros que lo van a experimentar son los catalanes, que este año celebran elecciones autonómicas. Esa comezón del miedo a perder el cargo es lo que explica el errático proceder de José Montilla últimamente, incluyendo el envío de doscientas cartas a los organismos e instituciones que apoyaron el famoso, y vergonzoso, editorial unánime los doce diarios catalanes en defensa del Estatut.

El Molt Honorable President parece creer que la lucha por el Estatut puede ser la mágica palanca electoral que le asegure el despacho del Palau de Sant Jordi. Piensa que esa reivindicación “nacional” mantendrá movilizada a la gente.

Por el contrario son muchos los socialistas no catalanes que creen que Montilla se está equivocando de medio a medio. Uno de ellos argumentaba: “La base del PSC es muy distinta de la cúpula del partido. No tiene nada que ver con el perfil de la dirección, están en otra onda”.

Lo que quieren decir es que el Estatut es algo que trae al pairo a gran parte de la militancia y votantes socialistas. Desde luego, existe un indicio que Montilla debería tener bien a la vista: lo ocurrido en el referéndum sobre la reforma estatutaria: solamente el 49,4 por ciento del censo votó. Con lo que el 74 por ciento final de síes significa que solamente el 36 por ciento de los catalanes lo ratificó. El banderín, pues, tiene pocos entusiastas, pero menos aún en el campo socialista.

Para mayor amargura, todas las encuestas fiables insisten en pronosticar una notable subida de CiU y un claro retroceso de los socios del tripartito. Hasta el “CIS catalán” camina en esa dirección: el último ha pronosticado para el PSC una caída de 5 puntos en las autonómicas.

Pero no queda ahí la cosa, porque el PSOE puede perder, después de treinta años, el Ayuntamiento de Barcelona, que pasaría a manos de CiU. Es decir, Trías puede ganar y desalojar así a Jordi Hereu. Y aquí se explica la “sorpresa” de la Olimpiada de Invierno.

 

Barcelona acaba de lanzar su candidatura a organizar los Juegos Olímpicos de invierno de 2022, compitiendo incluso con la alcaldía “hermana” de Belloch en Zaragoza, además de con Huesca y Jaca. Aparte de amargar a Ruiz Gallardón y su intento de 2016.

El alcalde barcelonés busca desesperadamente la bandera que le permita remontar, y se ha acogido al sueño olímpico que recorrió la Ciudad Condal cuando luchó por lograr los Juegos de 1992.

La impresión es que Barcelona tiene pocas posibilidades de lograr la nominación. El fracaso del Fórum Universal de las Culturas de 2004, que mereció un fuerte rechazo de la población porque lo entendió como un derroche económico y una operación urbanístico, es un precedente. No importa. Lo que en realidad está buscando es una oportunidad, por pequeña que sea, de volver a ganar las municipales. El problema es que posiblemente ya es demasiado tarde.

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