Zapatero: maquiavelo, profeta y mesías

El libro “El Maquiavelo de León”, que acaba de publicar José García Abad, ha superado ya la quinta edición, tras unas primeras semanas en las que hasta resultaba difícil encontrar ejemplares. Y me parece que debería ser lectura obligada para la generalidad de los españoles, puesto que desvela quién es, cómo piensa, cómo actúa, el presidente del Gobierno.

Unos lectores especialmente ávidos están siendo precisamente los cargos medios y bajos del aparato socialista. En las agrupaciones del PSOE de toda España lo han devorado. No solamente por curiosidad, que por supuesto, sino también para ver si se confirmaba lo que, siempre en voz baja, habían venido escuchando sobre los peculiares planteamientos y personalidad de su hasta ahora idolatrado líder.

El autor no es precisamente persona sospechosa. García Abad, periodista, editor, que ha publicado otros muchos libros, es un veterano hombre de izquierdas, que se declara socialista, aunque cercano a lo que ha venido en llamarse el “guerrismo”, si es que eso todavía subsiste, que parece que algo sí. Ha confeccionado un libro solvente, sólido, a partir de testimonios escuchados a personas que conocen de cerca a Rodríguez Zapatero, en su mayoría también socialistas.

Lo que refleja en esas páginas tiene, por tanto, la credibilidad de que los que hablan no son, por así decirlo, rivales políticos del PSOE y de su secretario general. Se trata de testimonios directos y veraces, lo que hace que las conclusiones tras la lectura de sus páginas resulten esclarecedoras, cuando no demoledoras, para el personaje retratado.

Quienes se han trabajado el libro con un poco más de detenimiento y reflexión sacan, entre otras, las siguientes conclusiones sobre la figura auténtica del presidente del Gobierno:

-José Luis Rodríguez Zapatero presenta todos los perfiles necesarios para que se le puede califica de iluminado. Y, además, un iluminado que no controla esos impulsos.

-Son muchos los aspectos en los que identifica sus deseos con la realidad.

-Ofrece las características del profeta que confunde sus particulares visiones con mensajes que tiene que imponer al resto de los mortales.

-Pero no se trata de objetivos que miran directamente al bien del país, sino en la línea de cumplir lo que en realidad más parecen sus gustos, cuando no sus caprichos.

 

-Es un ‘político’, en el sentido más negativo de esa palabra. Reúne todo lo malo de ese adjetivo.

-Hay en gran parte de sus planteamientos una visión mesiánica: como si hubiera recibido el ‘encargo’ de conducir la nación por unos senderos determinados. El problema es que esos fines resultan ser sus propias fijaciones, que no guardan relación con lo que realmente necesita el país.

-La condición de Maquiavelo que le atribuye directamente el libro en su título se comprueba, entre otras cosas, en que los relatos reflejan que Zapatero miente.

-En la misma dirección, los datos que aportan los distintos interlocutores, sumados, muestran, con toda evidencia, que reúne los requisitos del conspirador.

Tan reveladora resulta para algunos analistas la lectura del libro, que llegan a considerar requisito de higiene ciudadana, para beneficio de la buena salud democrática del país, que su conocimiento fuera obligado para todos los españoles.

No sólo para que estén avisados de cómo actúa la persona que lleva los mandos políticos (y económicos) del país, sino también porque, cuantos más lo lean, más inteligente será el voto en futuras elecciones.

Otras revelaciones

Hablando de revelaciones, hay que volver a leer el artículo de Pedro J. Ramírez del domingo pasado, que aporta, de fuente directa, claves de lo que hoy piensa Zapatero. Con el artilugio de ponerlas en boca del propio presidente del Gobierno, son estas:

-No pienso abandonar. Volveré a ser candidato. Pero por ahora no voy a anunciar ni una cosa ni la otra.

-Estoy más motivado que nunca. Llevo un pin con el lema “Vamos, León”.

-Las encuestas reflejan la ‘deserción’ de parte de los votantes del PSOE, pero el PP no crece. Y en unas elecciones la gente tiene que votar a uno o a otro. Rajoy no me ganará nunca porque es el “anticandidato”, es el segundo peor candidato de la democracia. El primero es Almunia.

-Estoy más enchufado y competitivo que en los últimos meses.

-El paro es mi problema. Nunca creí que nos fuera a pegar tan fuerte. Y la EPA del primer trimestre del año pasado, cuando se perdieron 700.000 empleos, no se me olvidará en la vida. Fue algo escalofriante, escalofriante. Pero la buena noticia es que está reaccionando.

-Hay que hacer reformas en el mercado de trabajo. Tengo una fórmula para que los trabajadores que sean despedidos cobren lo mismo pero a los empresarios les cueste menos. Lo llevo muy en secreto.

-En una democracia viva, los grandes pactos son imposibles, máxime con un líder de la oposición como Rajoy al que eso le obligaría a moverse. Eso de “tomar una decisión” no va con Rajoy.

-Es clave el control del déficit. Ahí me juego la credibilidad. Sé que hay dudas de que yo sea capaz de hacer ese ajuste. La gente piensa que ahora hace falta que llegue un cabrón que ponga orden. Pero ahí está el recorte de la oferta pública de empleo.

-Hasta ahora, las autonomías se han escondido. Mi mayor decepción de estos años está siendo la Conferencia de Presidentes, en la que se politizan hasta los buenos días. Los gobiernos autonómicos se meten en todo, pero sólo para ganar votos.

-Mis seis años de experiencia como presidente me están haciendo moverme en algunos ámbitos. Tengo cintura. Soy capaz de reinventarme otra vez.

-No tengo la menor intención de cambiar el Gobierno al final del semestre europeo. La experiencia me dice que no compensa el tiempo que se pierde hasta que arrancan los nuevos ministros.

-Estoy encantado con Elena Salgado porque es mucho más ejecutiva que Solbes. A Solbes le aprecio y admiro, pero una y otra vez repetía: “Eso es un disparate, eso es un disparate”.

-María Teresa Fernández de la Vega es la persona más trabajadora y eficiente que he conocido nunca. Se le puede encargar cualquier tema. No es casualidad que sea quien más tiempo lleva como portavoz del Gobierno en toda la democracia. Al cabo de seis años, es lógico que a veces parezca cansada de colocar los mismos mensajes. Pero no tengo la menor intención de prescindir de ella.

-Rajoy que no cuente con ganar por incomparecencia. En democracia el presidente del Gobierno sólo ha perdido una vez las elecciones como candidato: fue Felipe González, en el 96, con todo lo que tenía encima y cuando ya era la quinta vez que se presentaba.

-Cuando me toque perder o retirarme, mi máxima aspiración es convertirme en un ex presidente del Gobierno ejemplar. No como otros.

Comentarios