Por qué asustan las elecciones europeas
Ya se ha cerrado la incógnita. Las elecciones al Parlamento Europeo se celebrarán en el mes de mayo de 2014, no en junio como se había pensado. El calendario fijado es del 22 al 25 de mayo, y, atendiendo a la costumbre de convocarlas en domingo, en España serán el día 25.
Hay que decir que se trata de unos comicios que tienen acongojados a los dos grandes partidos, es decir, PP y PSOE.
Las dos formaciones temen, muy seriamente, que las elecciones europeas se conviertan en la gran ocasión para los ciudadanos de expresar el profundo rechazo que sienten por esas formaciones que han gobernado o gobiernan el país: el momento de castigarles donde más duele, no votándoles masivamente.
Las cúpulas de PP y PSOE conocen que para los españoles las europeas son unas elecciones ‘de segunda’, porque consideran (erróneamente, por supuesto) que da igual el resultado, que el veredicto de las urnas no tiene la menor trascendencia práctica. Y, por tanto, no verán el menor reparo a aplicar un serio correctivo a los dos grandes partidos, aparentemente sin consecuencias prácticas a nivel español.
Los comicios del 25 de mayo van a ser el gran momento para formaciones menores, del estilo de Izquierda Unida, UPyD y hasta Ciudadanos, pero también para determinados movimientos oportunistas que buscan hacerse con el voto del malestar.
En fin, que populares y socialistas se temen un espectacular descalabro en la convocatoria de 2014.
Pero no solamente hay preocupación en los partidos principales españoles. Los de los restantes países de la UE, al igual que sus gobiernos, temen que esos comicios comunitarios recojan dramáticamente el descontento europeo por los problemas económicos que sacuden a todos los países sin excepción, y que ello se refleje en un espectacular avance de grupos y movimientos extra sistema, y sobre todo críticos con lo que representa la Unión Europea.
Dicho rápidamente, existe el temor de que, tras los comicios de mayo de 2014, lo que se instale en Estrasburgo sea un Parlamento Europeo… antieuropeo. Grande y preocupante paradoja, sin duda.
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