El 11 M es cosa juzgada

La herida que dejó en este país el 11 M tardará muchos, muchos años, en cicatrizar. Previsiblemente permanecerá mientras tengan memoria quienes lo sufrieron y también los demás que lo vivimos.

Por la magnitud del dolor sufrido, gran parte de los análisis, opiniones y enfoques están lejos de la conveniente ecuanimidad: siguen teniendo un fondo de crispación. Y se comprende.

La polémica ha vuelto ahora a propósito del hallazgo de los restos de algunos de los vagones, y del anuncio de que se va a investigar judicialmente el hecho.

Tal anuncio ha sido interpretado por un sector de los afectados como la posibilidad de reabrir el sumario e incluso de repetir el juicio.

Por lo que he escuchado a abogados expertos, esa eventualidad no se va a producir. Su argumentación es que, una vez dictada la sentencia, el 11 M es cosa juzgada. Sobre la que no volverán los tribunales.

Para unos, la clausura definitiva puede ser una muy mala noticia. Para otros, quizá constituye una buena nueva. Pero se trata de valoraciones íntimas, incluso hasta ideológicas. Porque la realidad es que el caso no se reabrirá.

Asunto distinto es que, a propósito de los vagones, se investigue si ha habido o no ocultación de pruebas, y cualquier otra actuación ilícita. Y en tal caso se persiga ese concreto delito y a sus autores. Pero nada más.

 
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