El musulmán del siglo XXI

El musulmán del siglo XXI es demócrata y moderno, pero es partidario de imponer la ‘sharía’ y quiere a la mujer, sometida. Es la descripción que ha hecho Lluis Bassets, en El País, en un artículo sobre las elecciones en Pakistán y sobre su futuro, del que no me resisto a recoger algunos aspectos que me parecen de enorme interés.

Pakistán es, con 86 millones de habitantes, la segunda nación islámica del mundo, y en toda su historia ni una sola legislatura ha podido terminar, debido a sucesivos golpes militares.

Ocupa el puesto 108 (delante de Egipto y seis casillas por delante de Irak) en la clasificación de los países por su calidad democrática que realiza The Economist. Se le considera un régimen híbrido, que combina características de las democracias con otras de las dictaduras. En esa categoría figuran otros países de mayoría musulmana como Turquía (puesto 88), Líbano (99), Palestina (103) y Marruecos (115). Han salido ya de la categoría de los regímenes autoritarios, pero no alcanza todavía la segunda división de las democracias imperfectas, donde aparecen los también islámicos Indonesia (53) y Malasia (64).

El problema de Pakistán resulta relevante porque es la única potencia nuclear islámica, y porque ha sido residencia principal de Al Qaeda, al menos hasta la muerte de Bin Laden. Su vieja enemistad con India, también nuclear, es otro dato inquietante. La estabilidad paquistaní interesa como campo de prueba sobre el futuro de la democracia en los países musulmanes, justo cuando se extiende la decepción tras las primaveras árabes de 2011.

Lluis Bassets aborda a continuación la realidad del islamismo en el mundo. Uno de cada cuatro habitantes del planeta es musulmán, pero en 40 años será uno de cada tres. A la vista de la evolución demográfica, “más nos valdría que islam y democracia fueran encajando, aunque sea lentamente, porque en caso contrario, como no cesan de predicar las casandras del choque de civilizaciones, las cosas se pondrán feas cuando lleguemos al cénit del siglo XXI”.

Explica que el prestigioso Pew Center ha realizado un amplio estudio sobre los musulmanes en el mundo, con entrevistas a 38.000 personas en 39 países, todos con más de 10 millones de población musulmana. Y el retrato robot del devoto musulmán del siglo XXI combina un amplio apoyo a la democracia y a la modernidad tecnológica con su adhesión a la sharía o ley islámica, incluyendo la sumisión de la mujer y los castigos corporales.

Los datos sobre los paquistaníes son especialmente relevantes, porque allí aparecen los creyentes más devotos y dogmáticos. Para un 81% la sharía es la palabra revelada de Dios (la cifra más elevada de los 39 países consultados) y para un 84% debe ser la ley oficial del país. No obstante, son mayoría quienes piensan que no debe aplicarse a los no musulmanes (64%), y todavía más amplia (96%) la de quienes apoyan que los no musulmanes puedan practicar libremente su religión.

Son los más partidarios de aplicar castigos corporales, como la flagelación o la amputación (88%), lo mismo que de la lapidación por adulterio (89%). Y son algo más moderados a la hora de aplicar la pena de muerte a quienes apostaten del islam: un 76% a favor (diez puntos menos que en Egipto).

Pakistán se halla en la franja alta de los países donde hay mayor preocupación por el extremismo islámico: un 14% justifica los atentados suicidas, proporción relativamente baja en comparación con países de la misma área como Bangladesh (26%) y Afganistán (39%), con Egipto (29%) y sobre todo Palestina (40%), el más elevado.

 

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