Navidad y buenas noticias

Ante las soluciones efectistas y chatas a tantos problemas que hemos vivido durante años, ante la lluvia de arribistas y el desembozo de nequicias gubernamentales, es un alivio poder citar, aunque sea en breve, sucedidos amenos y ejemplares, positivos e intrépidos, cercanos y prometedores.

Me llegan estas "buenas noticias" de diferentes lugares y coinciden en lo revolucionario y asequible de unos planteamientos vitales que rezuman generosidad y amplitud de miras, como agua en vasija porosa, incluso en circunstancias muy adversas.

Así, oigo la narración apasionada de un amigo que se las ingenia día tras día para atender, con su presencia y su eficiente afecto, a toda su familia. Por ejemplo, cuando tiene clarísimo el valor de la voz humana al leer cuentos a diario al pie de la cama de los más pequeños, casi se duerme él antes que los niños... O vive el paciente "tête-à-tête" con cada hijo adolescente... O el generoso paseo semanal, "como novios", con la que ya hace muchos años que es su esposa... Y también el grupo de jóvenes que dedica días enteros del plácido fin de semana para poder allegar, almacenar y repartir alimentos de primera necesidad para gentes con problemas económicos serios, a los que visitan y hacen compañía en su soledad y dan ánimo en sus dificultades. Estimulante el adolescente que pone "sus" paquetitos de almendras en el "carro solidario de Navidad", a la salida del supermercado; o las muchachas que, después de su intenso estudio, "descansan" preparando una obra de teatro dedicada a los niños necesitados de un deprimido arrabal de ciudad.

Y no digamos la destacadísima catedrática de universidad que, erre que erre, hipoteca su prestigio y su posición para hacer relucir la realidad sobre las verdaderas causas de la crisis en los diversos sistemas educativos occidentales. ¡Cómo busca difundir soluciones creativas e integrales! ¡Qué elegancia y comprensión, aun corrigiendo errores de colegas! ¡Cómo ilusiona a profesores e instituciones para construir excelencia, para liderar la educación del siglo XXI, fruto de la formación en libertad y responsabilidad de todos!

Al pensar en esos tres buenos ejemplos, que pudieran parecer extraordinarios o poco "rentables", convendremos en que el hombre de nuestra época parece haber perdido el sentido de lo que es la persona, y al tratar de entenderla y relacionarse con ellas, a menudo lo hace como si fueran cosas. Gran error, y urgente el remedio de sindéresis que precisamos poner, nadie se crea exento de aplicarlo. Ya hemos visto que sí es posible!!!

Escribir lo bueno que pasa, descubrir la heroicidad del sencillo sentido común de tanta gente, es un deber de justicia y una inversión impagable. Tenemos la responsabilidad de ser referencia fiable para los más jóvenes y pienso que para ello hemos de disfrutar poniendo en valor tantas cosas estupendas como vemos, amplificando los cautivadores latidos del corazón de una sociedad que necesita saberse muy viva y muy capaz.

¡Ah!, una de las mejores cosas que nos pueden pasar, qué gran noticia para repetírnosla, es vivir esta Navidad en familia, entregados unos a otros, incluso con dificultades.

 
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