Ambigüedad rotunda y rotundidad ambigua

Ella frunce el ceño, aprieta los labios y con voz rotunda dice aquello tan ambiguo de Navarra será lo que quieran los navarros. Se puede decir más alto pero no se puede decir más claro.

Él enarca las cejas, entorna los ojos, junta los dedos índice y pulgar y, con tono ambiguo, dice aquello tan rotundo de lo he dicho y lo repito las veces que haga falta: Navarra será lo que quieran los navarros.

Él es José LuIs Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno. Ella es la Vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.

Es la ambigüedad más rotunda o la rotundidad más ambigua. El vacío, la nada. Y lo es en primer lugar por razones esenciales, es decir de esencia, del “ser” de las cosas. Porque esa afirmación es no afirmar nada y dejar la puerta abierta a todo, a la trampa, al cabildeo y a la maniobra.

Y en segundo lugar, está la gran realidad de que nadie cree a ninguno de los dos. Sus antecedentes son poco creíbles, lo que hacen es poco creíble, las realidades que les amparan son poco creíbles y, como consecuencia, lo que dicen es poco creíble.

¿Están hablando de un referéndum? Bien. ¿En qué condiciones? ¿Basado en qué? ¿Con participación de todos los españoles? ¿Para cambiar las leyes por las que se rige el Reino de Navarra? ¿Para cambiar el Estatuto Vasco? ¿Con libertad? ¿Con participación de Batasuna?

¿O no están pensando en un referéndum? ¿Quizás una decisión del Parlamento Foral tras las elecciones y después de haber formado una coalición con partidos proclives a la anexión de Navarra al País Vasco? ¿Es eso lo que el Gobierno entiende por lo que quieran los navarros? ¿Una decisión tomada por mayoría, por sus legítimos representantes?

Por eso las afirmaciones ambiguo-rotundas y rotundo-ambiguas suenan a camelo. Suenan a coartada, suenan a engañifa, suenan a pase de quiromancia, suenan a juego de prestímano.

La cosa puede ser mucho más fácil. Si de verdad quieren que decidan los navarros, todos los partidos tienen una campaña electoral para anunciar urbi et orbi lo que haría cada formación en este asunto, con quién se aliaría y para qué. Y, a cumplirlo a rajatabla.

 

Esa es la única manera de que Navarra sea lo que quieran los navarros, pero muchos se temen que estamos ante una ambigüedad estudiada y perfectamente orquestada para dejar todas las manos libres de quienes pretenden anexionarla a Euskadi.

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