Balones a la olla

Si alguien pensó que la tregua política sobrevenida por la abdicación del Rey Juan Carlos y la proclamación del Rey Felipe, era algo más que una tregua, y mínima, se equivocaba.

No es que los políticos estén en batalla, porque con estos calores ya no están más que para acabar el curso, pero es que los últimos coletazos están siendo de lo más agitados. Todo parece un partido del mundial en el que se juega la clasificación y en los últimos minutos todo es confusión, balones a la olla y hasta los porteros suben a rematar.

Entre dimisiones, sicav, aforamientos, reformas fiscales, imputaciones y follones en las cuentas sindicales, estamos en un sin vivir continuo. Y si se tenía puesto el punto de mira en las posibles distracciones que proporcionara el mundial de Brasil… pues otro sin vivir.

Imputan a la infanta Cristina y el primero en echar los pies por alto es el fiscal. Eso sin contar con quienes ven en el juez Castro una especie de literato malo y novelero mientras que, en otra vertiente, es considerado como el ídolo de los instructores. Y todo para esperar a lo que diga la audiencia balear allá para después del verano, mientras que La Zarzuela sigue tomando distancias.

Y nos enteramos de lo que es una sicav que, como diría un moralista, no es mala de suyo, pero que debe de tener lo suyo cuando Willy Meyer, se ha visto en el penoso trance de dimitir, porque hay cosas que alguien tan de izquierdas no puede permitir.

Mientras tanto el gobierno del Partido Popular aprovecha la coyuntura para obligar a dimitir a la pobre Magdalena Álvarez, o al menos es lo que ella dice, que no tenía ningún motivo para cesar en su puesto y se siente perseguida.

Pero es que también se sienten perseguidos, esta vez por Montoro –sicav aparte- los despedidos que, en vez de poder dedicar esos dineros a mantenerse, lo tendrán que repartir con el ministro de Hacienda.

Y entre tanta imputación y tanta dimisión uno busca el nombre de Cándido Méndez, pero solamente lo encuentra en la sección de declaraciones cuando dice que la UGT de Andalucía hace las cosas y lleva las cuentas de forma inmejorable.

De lo que nos enteramos poco es de lo de la reforma fiscal que, para algunos expertos, no es ni siquiera reforma y claman por la reducción del gasto público que no acaba de llegar. Si se estará cuestionando la reforma que el propio presidente de la Comunidad de Madrid ha dicho que a sus madrileños ni tocárselos.

 

Y es que en todas partes se cuecen elecciones.

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