De Congreso a mascarada

¿Cómo se llega de Parlamento a baile de máscaras? Como la anécdota del banderillero de Belmonte que había llegado a alcalde y en sentencia del Pasmo de Triana lo había hecho ‘degenerando’. Igualito.

Si no teníamos bastante con los gestos de la bancada popular hacia los escaños socialistas y viceversa -gestos en los que es toda una líder la actual vicepresidenta del Gobierno- y con las salidas de pata de banco de muchos diputados –en este caso la líder es Rosa Díez- ahora nos llega el momento de sacar los juguetes y los disfraces.

Tan pronto aparece una lámpara de minero, como una serie de camisetas o una bandera de todo punto ilegal. Una feria.

Si un día es el diputado Alfredo Bosch –Alfred, me llamo Alfred, que diría el nada añorado Carod Rovira-, otra sesión es el no menos diputado Antonio Trevin quien hace malabares, mete la mano debajo del pupitre de su escaño y ¡zas!, aparece una lámpara de minero. Mientras, las tribunas se convierten en un desfile de modelos de camisetas y el presidente grita en tanto sus señorías se pasan el reglamento por donde mejor les cuadra en ese momento.

Y, a todo esto, los españoles esperando el maná de Europa, que las autonomías paguen lo que deben, que los ayuntamientos enjuguen sus deudas con los autónomos, que Rajoy se decida a decir algo más que cargar la responsabilidad a la selección de fútbol y rezando por el alma negra de los de Moody’s para que el Señor no los tenga en su gloria y hasta haciendo apuestas sobre el nuevo puerto en el que recalará Rodrigo Rato tras su renuncia –forzada o solicitada- a la indemnización merecida tras su paso por Bankia. E incluso los más avisados, aprovechando la confusión para, entre camiseta y camiseta, sacar dinero de los bancos por aquello del ‘duelo en el OK corralito’, como en aquel famoso western. O algo así.

Y toda la responsabilidad sobre Vicente del Bosque y sobre el 9 de la selección, que igual eso de jugar con un falso delantero centro se le ha ocurrido a Rajoy para no dar pistas a los de Moody’s.

Pero siempre queda una esperanza. Como no podía ser de otra manera, Gaspar Llamazares ha aparecido en el Congreso con su camiseta verde. Al menos el color es muy apropiado.

 
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