¿Cortinas de humo?

La ya famosísima entrevista de Felipe González ha levantado y seguirá levantando oleadas de comentarios fundamentalmente basados en su relación con la lucha antiterrorista y, más concretamente, con el caso de los Gal. Y es lógico. Cuando un ex presidente del Gobierno decide destapar la caja de los truenos y los truenos son de ese calibre lo menos que se puede esperar es que haya mucho ruido.

Pero en la entrevista de Felipe González tiene que haber un trasfondo que ya no es tan fácil de analizar ni tan dado a la polémica y a los comentarios. Supuesto que la trayectoria del político sevillano es clara y diáfana y se sabe desde hace mucho –sobre todo desde que dejó el poder- que no da puntada sin hilo, cabe preguntarse el por qué y el para qué del aldabonazo.

Para muchos es una arremetida en toda regla contra Pérez Rubalcaba, y de rebote contra Rodríguez Zapatero que acaba de auparle a las más altas cotas de poder en España. Para otros, es simplemente una cortina de humo que haga que se hable de otros temas y distraiga a la opinión pública del fondo de la cuestión que a todos nos preocupa: la crisis económica que sufrimos.

Lo malo es que las dos hipótesis son o pueden ser válidas. No es descartable que Felipe González incordie a su manera como, por ejemplo, lo hace José María Aznar. Lo que ocurre es que incordiar y que algunas de las piedras incordionas caigan sobre el propio tejado es muy arriesgado.

Por la otra parte no son muchos los que creen que Felipe pueda echar una mano al actual Gobierno en forma de cortina de humo, sobre todo si esa cortina de humo, la de la lucha antiterrorista, está aún sin apagar y puede volver a prenderse y quemar a cualquiera que anduviera cerca en aquellos años.

En Ferraz hay opiniones para todos los gustos y las declaraciones que se hacen públicas demuestran que no son demasiados, por no decir ninguno, los que están en el secreto de las declaraciones ex presidenciales.

Pero sea como fuere las declaraciones son poco oportunas. Reavivan y abren heridas que, aunque estén mal cerradas, deberían ser tratadas en otro momento y otra coyuntura. Por esta vez Felipe González no ha tenido demasiado sentido de la oportunidad.

¿O sí?

 
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