Fantasmas y humo de espíritus. De los misterios de Topkapy a las diferencias entre aznaristas y marianistas

Todo comenzó para el Presidente del Gobierno un buen día en Turquía, entre turismo y alianzas de civilizaciones. No es fácil estar de visita un día en el palacio Topkapy y, al día siguiente, poner cara de enterarse de lo que dice, en su idioma, el mandatario otomano. Que, ¡vaya usted a saber! Porque, si gente tan seria como la de Le Figaro le hace una faena en francés, en el Bósforo puede pasar cualquier cosa.   Pero Zapatero lo consigue. Sonríe, habla, se calla lo que no quiere decir, oculta lo que no quiere que esté en primera línea del escaparate, y tiramos p´alante y hasta la próxima.   Este hombre se parece cada vez más a Luís Aragonés, aunque la cara de mal genio y los desplantes del futbolero los sustituye el político por cara risueña y sonrisa beatífica de posible aspirante a Premio Nobel de la Paz.   Y es que tras el fiasco contra Rumanía, dice Aragonés : “Me quieren linchar pero yo creo en mí”. Pues debe de ser el único . No al que quieran linchar –que ya ven ustedes lo de los maestros a manos de los discípulos- sino el único que cree en Luís Aragonés.   Para mí que nadie quiere linchar- políticamente, se entiende- a Rodríguez Zapatero, y que muchos creen en él. Pero no sé yo si los resultados no estarán empezando a ser parecidos a los de Luís.   Lo de Cataluña aún humea en las manos del Presidente. Es decir, le ha estallado en plena cara. Pero hay cosas que es mejor dejarlas esperar, aunque los del Tripartito, antes de sentarse en el tresillo –es de suponer que se sentarán en un sofá de tres plazas- ya han sacado a pasear el fantasma del Archivo de la Corona de Aragón.    Lo de la alcaldía de Madrid también humea –que ya es mala suerte que ahora que Miguel Sebastián cambia de trabajo se muera Milton Friedman, con lo bien que le hubiera venido al asesor coger un poquito de la sucesión del eminente economista-.   Y, además, hay que aguantar el chaparrón proveniente del Golfo de Guinea -dicho sea sin ánimo de señalar-, aunque el marrón, al final, le cayó a Mariano Rajoy, que hay fotos que “ni posadas, ni robadas”. Y es que Obiang pasó por Madrid como un fantasma, pero como un fantasma de esos que arrasan todo a su paso, y no dejó títere con cabeza y hasta Manuel Marín se llevó un sofoco.   Recula el Gobierno en lo del proceso de paz, y el fantasma de las huelgas de hambre y de las “kales borrokas” se le aparece por las noches a Rubalcaba, que ya empieza a creer en los espíritus y no se sabe si en el más allá –léase una embajada-. Lo de la escena final del tenorio en el panteón con eso de las estatuas blancas que hablan es como para pensárselo dos veces.   En Topkapy aparecieron los fantasmas –ya con telarañas- de las venganzas, este vez sí fantasmagóricas, del 11M y el Presidente se agarró a la sábana como un náufrago a una tabla. Dicen los que saben de esto en el Partido Popular que si el Gobierno recula con lo de la ETA hay que darle alguna salida.   Y en esas estaban en Génova cuando va Zaplana y establece la distancia fantasmal entre aznaristas y marianistas, y Fraga dice que el levantino se ha equivocado y que viva la madre que trajo al mundo a Piqué, que ese sí que lo ha hecho bien. Y, mientras, Rajoy de sesión fotográfica.   Cómo estará la cosa que hasta don Manuel lamenta que Blanco le alabe. Y no es de extrañar.   Y los barones se ponen en guerra por lo del agua, y Rajoy, una vez acabada la sesión de fotos –vaya lata-, se tiene que imponer y decir que de guerras del agua ni con los fantasmas.   En todo caso la guerra de las hamburguesas, que ya es casualidad que ahora que De Juana Chaos se nos está quedando en los huesos vayan los hamburgueseros y presuman de cantidades.   Y es que si a los jóvenes encima les damos una sobrealimentación no se sabe a dónde puede llegar esto de las agresiones a los maestros. La kale borroka va a ser un juego de niños traviesos –que diría Arzallus- comparada con lo que puede ocurrir en las aulas.   En el mes de noviembre los fantasmas están en todos lados, que hasta las típicas ovejas de la trashumancia de la Mesta parecían talmente fantasmas de lanares cuando atravesaron Madrid por esos ignominiosos pasillos entre obras que les había habilitado Ruíz Gallardón, que sólo les faltaban las luces de Alicia Moreno.   Por si no fuera bastante el fantasma de Milton Friedman revolteando sobre la cabeza de Miguel Sebastián, a Trinidad Jiménez se le aparece el fantasma de Ségolène Royal y, lo que ya es el colmo de la fantasmagoría, Simancas se aparece en cuerpo y SMS a los compañeros del Partido Socialista de Madrid y les llama vagos y les azota el culete y les dice que mientras los del Partido Popular se lo curran, ellos se van de puente y así no hay manera. Y luego le culparán a él de que gane Esperanza Aguirre, que a ella sí que le trabajan los compañeros y no se le van de puente.   Lo de Simancas es como lo de Guti, que ahora dice que las victorias empiezan en las defensas. ¿Le habrá oído Luís Aragonés?

 
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