Indocumentados e impunes

El Confidencial Digitalya lo había advertido antes de que comenzara la liga: este año -como todos los años- los árbitros van a ser un grave problema. Y lo están siendo. Se les llama colegiados pero lo que de verdad son es un colectivo de indocumentados que además gozan de total impunidad. Su único problema es no arbitrar un domingo y perder las sustanciosas dietas que cobran. Después -a final de temporada- funciona el amiguismo y algunos bajarán a segunda. Eso es todo. Mientras, a lo largo de la temporada, se soportará, domingo tras domingo, la estulticia de un colectivo que se está cargando, una jornada sí y otra también, el espectáculo y lo que de deporte tiene, tergiversando resultados y provocando a los públicos en todos los campos. Se presentan en rueda de prensa a quejarse del trato que reciben e incluso hacen votos fervientes por su honradez. Nadie en posesión de un mínimo de facultades mentales puede pensar que semejantes indocumentados sean capaces de montar un tinglado ilegal y delictivo. Eso es imposible. Son simplemente malos árbitros. Nos contarán las milongas de la presión, de la falta de colaboración de los jugadores, de la irracionalidad de los públicos o de los errores humanos. Pura tramoya. Lo cierto es que son muy malos árbitros y están negados para hacerlo mejor. Nos dirán que hay problemas técnicos o decisiones disciplinarias. Penarán igual un patadón que el que un jugador les mire mal. Los futbolistas se reirán de ellos en sus narices cuando les ven impotentes para colocar una barrera a los metros reglamentarios, para evitar las pérdidas deliberadas y reiteradas de tiempo o para que nadie se mofe de ellos con lesiones fingidas, pero ¡ay! de aquél jugador al que se le ocurra mirar mal a uno de sus auxiliares en las bandas. Permitirán que se juegue con dos balones en el campo o que un línea marque falta mientras el de enfrente levanta la bandera en sentido contrario. Errarán en apreciaciones en jugadas que ve todo el mundo -y a una mayor distancia que ellos- pero eso son errores humanos. Harán interpretaciones risibles del reglamento pero eso serán disfunciones técnicas. Pitarán penaltis inexistentes al minuto de comenzar un partido o dejarán un equipo diezmado en los primeros momentos del choque, pero eso serán las dificultades de decidir en una fracción de segundo. Permitirán que los jugadores se agredan entre ellos pero no tolerarán que nadie discuta sus decisiones y eso será mantener el principio de autoridad. Que estén tranquilos los árbitros de fútbol, que nadie duda de su honradez. Son incapaces de hacer nada que sea medianamente complicado. No son venales, simplemente son unos indocumentados.

 
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