La era Pellegrini

El Barcelona ha ganado la liga, tal y como se esperaba desde hacía muchísimas jornadas. La ha ganado con absoluta justicia porque ha sido el mejor de largo, el que ha hecho un fútbol impresionante y una temporada completísima en todos los aspectos.

El único borrón ha sido el de la Champions, pero eso más que un borrón ha sido un accidente y la prueba es lo devaluada que va a estar la final del Bernebéu, simplemente por la ausencia del equipo mejor y el que más lo merecía. Enhorabuena a Guardiola y a los suyos.

Lo de las posibilidades del Real Madrid en la última jornada -a un solo punto y esperando que el Valladolid de Clemente hiciera la hombrada en el Camp Nou- eran solamente fuegos de artificio para titular portadas de diarios deportivos. Aún suponiendo que la flauta hubiera sonado, no se trataría de una casualidad sino de una injusticia.

El Real Madrid de Pellegrini no ha hecho un solo partido aceptable en toda la temporada. Lo de los encuentros en casa ha sido de traca y lo de las remontadas, la ilusión de los desilusionados madridistas que se agarraban al clavo ardiendo de remontar a equipos infinitamente inferiores pero que se había adelantado en el marcador en el feudo madridista. Tras una temporada, ni hay equipo, ni hay sistema de juego.

Desde el mes de junio, en la pretemporada, Valdano y Pellegrini han estadio vendiendo humo teniendo en la plantilla a cuatro o cinco de los mejores jugadores del mundo.

Pero donde el entrenador ha rizado el rizo del despropósito ha sido en las declaraciones que hizo días antes del final de la liga, cuando se ponía en tela de juicio su continuidad. Además de volver a intentar vender el burro viejo del proyecto a largo plazo, se descuelga diciendo que el que ‘me sustituya, para superarme va a tener que hacer 100 puntos y 100 goles’. Se refugia el fracasado entrenador en unas cifras absurdas de un record que a nadie interesa.

Pues no señor Pellegrini. Para superar lo que usted ha hecho basta con ganar un sólo título e incluso sería suficiente con ganar al Alcorcón.

 
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