La Semana: Siete días de declaraciones tontas entre poetas, elogios, pasiones personales, árbitros y el huracán Aguirre

Cuentan que en los años 40 un viajero andaluz que arribaba a la estación de Atocha tras casi dos días de viaje desde su Cádiz natal y que al pasar cerca de la locomotora recibió en plana cara el impacto del vaho que con estrépito y poderío expelía la máquina, se encaró con el artefacto y con vehemencia le dijo: "esos c..., en Despeñaperros". Algo así se le podía decir a nuestro Gobierno, que ahora se pone chulo y dice que la Constitución es "infranqueable". Pues eso, que eso se podría haber dicho hace meses en vez de "aceptar lo que venga del Parlamento catalán". Esta semana lo divertido han sido algunas de las declaraciones de nuestros políticos. Dice don Constantino Méndez, Delegado del Gobierno en Madrid que "si somos débiles con las bandas latinas, tendremos problemas en el futuro". El problema no van a ser las bandas latinas sino averiguar lo que entiende por "futuro" el señor Méndez. En la misma onda están los señores Maragall y Montilla cuando -a propósito del Estatut- dicen que "impedirán el ridículo". La pregunta se repetirá cuando el observador intente saber, a la vista de lo que está pasando en Cataluña, qué entienden el President y el Ministro de Industria por ridículo. La Ministra de Cultura, en plena diarrea mental provocada por un laxante o catártico, dice que va a organizar un "congreso catártico" del cine español. Allá ella, pero yo me pensaría muy mucho provocar semejante catarsis. Con un catártico o sin él, va don José Luis Rodríguez Zapatero y dice: "En el año 2006 la educación va a ser la estrella del gasto social". Como frase vale, pero se antoja pelín atrasada. Divertido don Mariano Rajoy cuando advierte a los jefazos de la Caixa que el tripartito les quiere mangonear. ¿No se ha planteado el señor Rajoy que a lo mejor los jefazos de la Caixa quieren dejarse mangonear por el tripartito? Y va el señor Puigcercós y alardea de lo bien que ha sido recibido el número uno del Partido Popular en Barcelona. Una de dos: o se le ha hecho raro o le ha fastidiado. En todo caso, da que pensar que el político catalán que se pasea tan tranquilo por la Carrera de San Jerónimo madrileña se extrañe de que el señor Rajoy pueda pasear por las Ramblas con la escolta habitual sin refuerzos de los moços de escuadra. Los políticos se quieren y se aprecian. Don Josep Antoni Duran i Lleida se preocupa de las "pasiones personales" del señor Rodríguez Zapatero y de sus "devaneos" exteriores, y le reconviene con cariño, y el Presidente del Gobierno acepta que es humano y que se pueda extralimitar en esas fogaradas personales. Mientras, don Manuel Marín, desde lo alto de su presidencia parlamentaria, bebe los vientos por el jefe de la oposición y afirma sin rubor: "Usted ha demostrado que en 20 minutos se pueden hacer intervenciones brillantes". Y, sin palabras, es enternecedora la foto de los señores Rubalcaba, Blanco y Cuesta en su reunión con los señores Puigcercós y Carod. Estos últimos se dan la vuelta en la mesa y se "cantean" para mostrar la cara al fotógrafo y salir todos; una foto de esas de las mesas de las bodas en las que todos parecen felices, sonrientes y festeros. Una delicia. Don Manuel Conthe, el malhadado presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, se agarra a ejemplos arbitrales en vísperas de partidos de supuesta rivalidad y violencia -que ya es sentido de la oportunidad tal como están los colegiados- para justificar su toma de postura en la OPA, que nos tiene a todos en un sin vivir. Todos pendientes de todos. Don Anxo Quintana muestra su preocupación por las piernas del Presidente del Gobierno y le aconseja " que no le tiemblen". Hombre, un ligero traqueteo suele entrar en lo permitido. Y don José Bono y el señor Duran i Lleida se enzarzan en batallas dialécticas de poetas, gobiernos sostenidos por poetas, naciones y estados. Dicen los que estaban presentes que no se sabe si el Ministro de Defensa en voz baja dijo " ahí me has pillado" o "esa es mi cruz", refiriéndose a que era ministro gracias a la ayuda de los correligionarios del señor Duran. Pero, conociendo al político manchego y lo difícil que es pillarle, uno se inclina por lo de la cruz. Todo demasiado blando y versallesco. Menos mal que el señor Zaplana, al menos en los planos que nos ofreció la televisión, se abstuvo, visiblemente, de aplaudir en lo del Estatuto valenciano, que don Francisco Camps no es santo de su devoción. Y ya en pleno rifirrafe del Pleno, los señores Rodríguez Zapatero y Rajoy dejaron escapar lo que de animal todos llevamos dentro y se llamaron manipuladores y hasta mentirosos. Una violencia. Y qué decir del pobre don José Blanco, que estaba tan contento y, en pleno ataque de euforia, anuncia el apoyo de Izquierda Unida a los presupuestos. Y van los de la izquierda, que no tienen corazón, y le desmienten en un plis plas. Y ya en total desmadre, doña Esperanza Aguirre -esa guerrillera de las ondas- va y dice que lo de impugnar los matrimonios gays y llevarlo al Constitucional no le parece políticamente oportuno, y don Mariano Rajoy se enfada y dice que " por encima de su cadáver" y que es un tema personal y yo qué sé cuántas ferocidades más. Lo que empezó con flores, halagos y poesías ha acabado con tiros y puñales volando por los pasillos de Génova. Menos mal que el año 2007 Madrid va a ser la capital gay del mundo y eso siempre suaviza tensiones.

 
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