Por la boca… Artur Mas, es un ‘Ni Ni’

Ni ha ganado el supuesto plebiscito.

Ni ha vencido en el hipotético referéndum.

Ni ha convencido a los catalanes de las maravillas de la independencia.

Ni ha resuelto un solo problema de Cataluña.

Ni él es Cataluña.

Ni va a poder pactar con la CUP.

Ni siquiera, a poco que se descuide, va a ser President.

Ni dice la verdad.

Lo que ha hecho Artur Mas en estas elecciones ha sido ‘un pan como unas tortas’. Convergencia y la Esquerra no han conseguido más que uno de sus objetivos que es ser los que suman más escaños en el Parlamento catalán. Escaños que son menos de los que tenían por separado y que no suponen la mayoría absoluta.

 

Mas, sigue en su tiovivo particular dando vueltas y más vueltas hasta que en un mal gesto se le suelte el caballo, como a Mary Poppins, y siga en su huida hacia adelante hasta que se la pegue, sino es que se la ha pegado ya.

Como político ha sido una desgracia para su partido, para sus aliados, para Cataluña y para España.

La vaciedad de sus palabras hablando de democracia y afirmando que se confirmaba que las elecciones habían sido un plebiscito, porque había habido una gran participación, es sintomática de lo inane de este político, de lo escaso de sus recursos y de su afición a la mentira.

Y ahora, a seguir pedaleando en la bicicleta estática en la que se ha montado, hasta que anarquistas, republicanos o, sencillamente, alguien con más sentido común, la obligue a bajarse. Mas con sus mentiras, su victimismo, sus chanchullos, su televisión y hasta con su sonrisa, se ha convertido en un cadáver político, posiblemente mal enterrado, pero un cadáver aunque sus gentes le paseen, a partir de ahora, por toda Cataluña, como hiciera Juana la Loca con el féretro de Felipe el Hermoso, que se había liado (en la película, por supuesto) con una jovencísima Sara Montiel, igual que Mas se ha liado (políticamente, por supuesto), a estas alturas de la película, con Oriol Junqueras.

De los resultados de las elecciones autonómicas catalanas se van a sacar muchas conclusiones. El Partido Popular no va por buen camino de cara a las generales, o se ha equivocado de dirección, por más que Mariano Rajoy le haya cogido el gusto al atril colocado en la puerta de la Moncloa. Los socialistas- jugando a dos bandas para quedarse en el centro- pierden apoyos, menos, pero pierden. Podemos empieza a situarse en el sitio real que le corresponde y además, ya no impresiona a nadie.

Los únicos triunfadores han sido los Ciudadanos de Albert Rivera con una candidata por la que nadie daba un duro y que, ahora, se permite el lujo, con toda razón, de pedir la dimisión de Artur Mas y unas nuevas elecciones

Resulta paradójico que, al final, la CUP, si no permite a Mas presidir la Generalitat, preste un servicio impagable a toda España.

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