Por la boca… El Canal de la Mancha

Sin llegar a las teorías de Churchill -durante y tras la Segunda Guerra Mundial- hay que llegar a la conclusión de que el Canal de la Mancha tiene dimensiones mucho más amplias de las que reseñan los geógrafos.

La reunión de Bruselas lo ha dejado claro sin lugar a dudas. Una vez más -incluidas las más o menos estratégicas disensiones internas entre los europeístas y los euroescépticos- los británicos se separan de la Europa que no les conviene y se acercarán, llegado el momento, a la que sí cumple con sus deseos o es necesaria para la defensa de sus intereses.

La reunión de Bruselas tiene muchas lecturas. Esas lecturas son fundamentalmente en alemán y en francés, pero tiene otras que no son desdeñables. Hay una evidencia: Europa ha tenido que llegar a un acuerdo porque le era absolutamente necesario para seguir marchando o para continuar manteniendo la ficción de que marcha. El Reino Unido, esté o no esté equivocado David Cameron, demuestra una vez más que no tiene la menor necesidad ni del euro ni de la Europa que están prefabricando Merkel y Sarkozy. Esa es la gran diferencia.

Unos necesitan estar unidos y a otros no les importa no estarlo. Pueden equivocarse unos y otros pero el punto de partida es ese. Tradicionalmente el Reino Unido ‘ha vivido su vida’ respecto al continente y, además, siempre ha mantenido las distancias.

Al parecer -y esto abunda en la anterior teoría- en los Estados Unidos no ha gustada nada la aventura del ‘merkozy’. La pretensión, casi siempre fallida, de que Europa unida se parezca a los Estados Unidos no pasa de ser un intento que además molesta a los americanos, pero esa desavenencia vuelve a favorecer a Gran Bretaña que, por definición, siempre se apoya y se siente apoyada por los Estados Unidos.

¿Es más tonto Cameron que Merkel y Sarkozy? ¿Son más listos franceses y alemanes que los británicos? El tiempo lo dirá, pero de momento la historia, desde hace varios siglos, da con terquedad la razón a los ‘aislados’ isleños.

Que nadie se extrañe pues de la defensa que Cameron ha hecho de los que él cree los intereses británicos. La ha hecho, con acierto o sin él, porque puede hacerlo.

Ojalá España pudiera hacer lo mismo.