Por la boca… Cataluña Taurina

Ha sido la noticia de la semana o, por mejor decir, del fin de semana y de ayer lunes. Es curioso constatar que medios de comunicación que habitualmente son reacios a informar de los festejos taurinos que se celebran en plena temporada, hayan dedicado amplios espacios a tratar el asunto de las dos últimas corridas que, en principio, han tenido lugar en la Monumental de Barcelona los pasados sábado y domingo. Pero allá cada uno con su sentido de la noticia.

Por lo que respecta a la prohibición, ha venido precedida de debates, más o menos intensos, entre taurinos y antitaurinos por no mencionar las mascaradas que estos últimos han protagonizado a las puertas de las plazas de toros. Nada más inútil que intentar convencer a alguien a quien no le gustan los toros, del arte que encierran, de los grandes hombres de las letras y de todas las ramas que han sido grandes aficionados, de los aspectos ecológicos de las dehesas o de la belleza del toro de lidia. Pérdida de tiempo.

Pero sí habría que convencerles de que la libertad no es lo que ellos piensan. Que la libertad es que cada uno, dentro de los límites normales de la convivencia, pueda asistir al espectáculo que le dé la gana y pueda ser aficionado y amante de lo que quiera.

Y eso es precisamente lo que se está hurtando a gentes de Cataluña, sean pocos o muchos, los defensores o los detractores, porque no se trata de un problema de mayorías o minorías. En este caso los muchos sostendrán un espectáculo determinado y los pocos harán que ese mismo espectáculo desaparezca por consunción.

Dicen algunos taurinos que volverá a haber toros en Cataluña porque aún queda la última palabra del Tribunal Constitucional en dónde está apelada la decisión del Parlamento catalán. Pobre esperanza. No porque el alto Tribunal pueda decantarse por el no, sino porque vistos los antecedentes de ese Tribunal -y de otros tribunales de ‘menor cuantía’- cualquier sentencia disparatada es perfectamente posible.

Sí tendrían que recapacitar y hacer examen de conciencia tantos y tantos pseudoaficionados a los toros que ahora se rasgan las vestiduras. Son esos que van de feria en feria, de figura en figura y de foto en foto, pero a los que difícilmente se les ve en una novillada o en un tendido de sol.

Una pena porque las fotos, si están bien hechas, con sol salen mejor y en papel cuché no digamos.

 
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