Por la boca… Cataluña: y ahora, qué

Alguien dijo que si no sabes a dónde vas, puedes encontrar que has llegado a dónde no querrías estar.

Algo de eso ha ocurrido con el Gobierno de España y con el Gobierno de la Generalitat. Tanto Carlos Puigdemont como Mariano Rajoy han recorrido un camino incierto, con pocas seguridades y no sabiendo muy bien qué era lo que tenían que hacer o qué era lo que estaban haciendo. Bien es verdad que la diferencia entre uno y otro es abismal, tan abismal como el trecho que va desde cumplir la ley a estar al margen de ella.

Rajoy se ha escudado en el ‘no puede hacerse un referéndum porque es ilegal’ y, a partir de ahí, ha ido dejando pasar el tiempo (algunos lo llaman saber manejar los tiempos) saliendo al paso de declaraciones con otras declaraciones e interponiendo recursos paralizadores que no han paralizado nada.

Puigdemont, empecinado en que la única legalidad en Cataluña emana del parlamento catalán y haciendo y diciendo a su antojo barbaridad tras barbaridad, ha recorrido un camino hacia ninguna parte.

El caso es que a un mes del ‘acontecimiento’ estamos en el mismo lugar.

Sin presupuestos y sin un euro para gastar en la ilegalidad -Montoro dixit- Puigdemont afirma tenerlo todo preparado. Hay urnas, hay papeletas, hay locales y hay una voluntad firme.

Rajoy deja entrever que también tiene todo preparado y en el Partido Popular nos dicen lo de la proporcionalidad, lo de la serenidad y lo de no levantar la voz.

El problema para unos es que, a lo mejor, hay que dejar aparcada la llamada proporcionalidad, la denominada serenidad, hay que levantar la voz y, de una vez por todas, decir aquello de ‘hasta aquí hemos llegado’. Para otros el problema está nada, más y nada menos, en la Constitución, en Europa y, aunque no quieran verlo, en los propios ciudadanos catalanes.

Y para el resto de los españoles el problema reside en el ‘ahora qué’ y en la gran duda de pensar si esto no podría haberse evitado si hace años se hubiera puesto a personas y a iniciativas en su sitio.

 

Es decir, en el sitio que marca la ley.

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