Por la boca… Fumata gris

Tras el Comité Federal del Partido Socialista y el triunfo de quienes abogaban por la abstención en la próxima sesión de investidura, el panorama político español parece despejado al menos a medio plazo. Pero solo lo parece.

Vista la situación en la que están las cuatro principales formaciones, el panorama no solamente no se ha despejado sino que, en según qué momentos y situaciones, parece más complicado. Los cuatro partidos –Izquierda Unida (fagocitada por Podemos) no cuenta, y los nacionalistas están a lo suyo- tienen problemas más que suficientes como para concluir que ninguno puede estar absolutamente contento.

La decisión del Partido Socialista, podía hacer pensar que el humo que saliera por las chimeneas de Ferraz sería blanco: ‘habemus gobierno’; pero el humo, todo lo más, ha sido gris; para unos más blanco y para  otros más negro  pero, en definitiva, gris.

De menor a mayor como las consultas del Rey:

Ciudadanos en una situación de normalidad está condenado a quedarse en tierra de nadie, porque una vez entregados al sí a Mariano Rajoy, se van a percatar, si es que ya no lo han hecho, que pese a sus intentos de ponerse de puntillas para parecer más altos, sus escaños son 32, ni uno más y la copla de los 150 compromisos, se quedará pronto diluida en las aguas de la gobernabilidad y del día a día del Boletín Oficial.

Podemos se va a quedar pronto con el cielo y el suelo, es decir, con la calle y la calle agota sobre todo si al día siguiente hay que ir a hablar desde la tribuna del Congreso. La calle, los gritos y las pancartas, tienen el recorrido que tienen y las algaradas son mala carta de presentación a la hora de negociar un frente común y hacer oposición con otras formaciones.

La situación del Partido Socialista no es que sea gris, es que es más bien negra. Decía Rodríguez Ibarra que hay que salvar los muebles, pero que cada vez quedan menos cacharros que salvar. La ruptura es evidente, y ya no son solamente dos bandos, porque al no por un lado y la abstención por otro, hay que sumar la posición de los socialistas catalanes, los intereses de los presidentes autonómicos y los alcaldes que gobiernan con Podemos y, por si fuera poco, el espectro de Borrell que se aparece por sorpresa en radios y televisiones con una continuidad que empieza a parecerse mucho a una postulación y a que, en cuanto se descuiden los socialistas, diga que se presenta a las primarias sacrificándose por los compañeros que se lo piden insistentemente. Por su parte Susana Díaz, permanece tranquila en San Telmo, esperando aclamaciones o tiempos mejores. Y como el dirigir a los socialistas no es ninguna perita en dulce, a lo mejor se piensa que como en casa, en ningún sitio. A todo lo cual hay que sumar la lucha encarnizada con Podemos por liderar la izquierda española y la oposición.

Y también humo gris para los hipotéticos triunfadores. Dure lo que dure el posible gobierno que formará Mariano Rajoy, el calvario que le espera tiene cruces por todas partes y cuestas muy empinadas. En el interior, la batalla por la dirección de los asuntos económicos y de Interior, por la hegemonía en el partido, las zancadillas y las cuentas pendientes, solamente podrán obviarse con autoridad sin fisuras; esa autoridad solamente la tiene Mariano Rajoy y el presidente estará, esta vez, más en el despacho de La Moncloa que en el de Génova. De puertas para fuera, la oposición va a ser descarnada y a cuchillo, porque si Ciudadanos va a estar constantemente disfrazado de 150 puntos, y Podemos en la calle, el Partido Socialista, entre lo que se tiene que hacer perdonar y sus propios problemas internos, va a ser inmisericorde con los populares.

Y por si lo anterior no fuera suficiente para ennegrecer la fumata, Ciudadanos da codazos para encontrar acomodo. Errejón está que se va y se va, aunque no se haya ido. Pedro Sánchez sobrevuela no se sabe si con motor o sin él y Esperanza Aguirre ya está nombrando ministros…y ministras.

 
Comentarios