Por la boca… Grecia un mal ejemplo

Desde la entrada de Podemos en el panorama político español, lo que ocurre en Grecia -y más tras unas elecciones- se toma como referencia en los mentideros y en no pocas manifestaciones de políticos y de responsables de partidos.

Por mucho que se quiera, ni Alexis Tsipras es Pablo Iglesias, ni Podemos es Syriza, ni la situación española es la de Grecia, ni la consideración de España en Europa es la que tiene aquel país.

No es que lo ocurrido en Grecia sea un mal ejemplo, un ejemplo negativo –allá cada cual con su democracia- lo que pasa es que lo acontecido allí tras las elecciones, no tiene nada que ver con lo que en España pueda pasar.

Otra cosa es que los políticos y los partidos vean el lado que más les pueda favorecer. Para unos si gobierna Tsipras y si se ponen en marcha los programas de Syriza, sería la debacle y, por lo tanto, votar a Podemos sería un suicidio. Para otros el que los griegos hayan vuelto a dar su confianza a Syriza y a Alexis Tsipras, es una buena prueba de que votar a Podemos no es ningún suicidio y que de gobernar Podemos en España no sería el fin del mundo.

Ninguno tiene razón porque el ejemplo no es bueno y, sobre todo, porque el argumento es pobre y puede llegar a hacer pensar al votante en la escasez de ideas y en la pobreza de los programas.

Lo que ya no es tan seguro, a la vista de algunos resultados de las elecciones autonómicas y municipales, es que los electores griegos y españoles no tengan puntos en común. Pero en todo caso ese será su problema y eso no tiene que significar necesariamente que los políticos conviertan a las elecciones griegas en el centro de sus campañas.

Dejemos pues a los griegos con lo suyo, que bastante tienen, y quedémonos los españoles con lo de aquí, que también tenemos lo nuestro.

 
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