Por la boca… Simplemente Manuela

Quiere que los madrileños la llamemos de tú y por su nombre. Si esa campechanía garantiza una buena gestión en el Ayuntamiento de Madrid, incluso podríamos llamarla ‘Manu’.

No ha sido bueno el debut de Manuela como alcaldesa de la Capital. Nada más tomar posesión se dio de frente con el humor negro de Guillermo Zapata, que es poco presentable y mucho menos es pasaporte para la cultura de los madrileños. (Zapata, no el humor).

Y tomó posesión con prisas, porque contó a Ana Pastor que no tuvo demasiados minutos para hablar con el fugaz encargado de la cultura y ansiaba que llegara el lunes para hablar con él, se supone que más a fondo.

Aunque también las prisas podían ser, precisamente, por el deseo de acudir al programa de la periodista, para ilustrar a los madrileños sobre el humor negro, la libertad de expresión y la lista de los niños necesitados de comidas en Madrid. Cosas de la transparencia.

Manuela es, según propia confesión, una mujer templada. Lo de la templanza es evidente. Hay que ser muy templada para presentarse en un espacio televisivo, cuyo decorado de fondo son los escritos del que recientemente ha nombrado concejal de cultura y dictar una conferencia sobre el humor negro, el perdón, el cambio de las personas y la comida de los niños madrileños. Temas todos ellos interesantes.

Afirma la alcaldesa que el humor negro tiene sus límites y que hay que juzgarlo en el contexto y en el tiempo. En cuanto a Guillermo Zapata y a su repentino arrepentimiento. Dice Manuela que Zapata puede haber cambiado y ha pedido perdón por sus escritos. Lo del cambio de la persona es algo difícil de demostrar y en cuanto a lo del arrepentimiento y el perdón, no deja de ser curioso que le haya llegado el dolor de corazón, las ganas de arrepentirse y el arrebato de pedir perdón, al cabo de los años, precisamente cuando se iba a sentar en una de las poltronas del Ayuntamiento.

Igual son cosas de la templanza.

Y aunque el programa electoral de la alcaldesa se quedaba en el fondo del humor negro, Manuela se metía en el jardín de las comidas a niños necesitados. Y nos confesaba que no había podido, cuantificar ni el número de niños ni lo que iba a costar. Eso sí, sabía que había dinero suficiente (¿)

Ahora tras la dimisión de Guillermo Zapata en cultura, hay que colocarle. De marcharse de las alfombras del Ayuntamiento nada.

 

Pero Zapata ya nos ha dicho lo que va a hacer. Se va a ocupar de sus otros trabajos en la tarea ‘distrital’.

Idioma y cultura trasladados a la cosa ‘distrital’; erudición se llama esa figura.

Igual se arrepiente de lo ‘distrital’, dentro de otros cuatro años.

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